Después de cuatro días intensos en Osaka, Nara y Naoshima seguimos camino hacia la región de Kioto y antes de llegar a la ciudad de las Geishas dedicamos un par de días a vivir la experiencia de un riokan en las montañas y a visitar los famosos bosques de bambú.
Desde Osaka-Umeda tomamos el tren hasta la estación Hanazono adonde nos recogería una combi del hotel que teníamos reservado. Como teníamos que esperar un poco aprovechamos para disfrutar del cerezo más hermoso y fragante de todo el viaje y de unas giozas increíbles en un pequeño restaurante bien auténtico, Gyoza no Ohsho, el único que estaba abierto en el pueblo.
Tras 20 minutos de viaje llegamos a nuestro riokan, Momijiya Honkan Takao Sansou Mountain Villa Ryokan.
Los riokan son las posadas tradicionales de Japón en las que se puede vivir una experiencia completa: dormir sobre un futón en habitaciones de tatami (esterilla de paja de arroz que se usa para los pisos de algunos cuartos), tomar un baño en el onsen (baño termal), moverse por el hotel vistiendo un yukata (kimono de algodón), beber té verde, y degustar de una cena y desayuno muy especiales. Nosotras, por supuesto, lo hicimos todo.
Algunos riokan, como Momijiya, ofrecen un servicio completo, más allá del alojamiento, y si tienen oportunidad vale la pena hacerlo. La combi que nos recogió en la estación nos llevó hasta el hotel donde nos estaban esperando y nos ofrecieron una taza de té mientras nos explicaban cómo era el servicio, tuvimos que elegir el turno para cenar y para desayunar y reservar el onsen que, en este hotel, podía ser público o privado.
Al llegar tuvimos que quitarnos los zapatos que quedaron en la recepción, en general en todos los hoteles de Japón y Corea uno se quita el calzado en la habitación, y a cambio nos dieron unas zapatillas de cuero para caminar por el hotel.
%2012.18.01%E2%80%AFp.%C2%A0m..png) |
En hoteles y departamentos es habitual el cambio de nivel en el ingreso para marcar el sitio donde hay que dejar el calzado con el que uno viene desde la calle, incluso hay un cambio de material |
Luego subimos hasta nuestra habitación que tenía la disposición tradicional japonesa. Se ingresa por una zona llamada genkan donde uno se quita los zapatos, nosotras ya habíamos hecho el cambio de calzado, desde allí se accedía al baño que está compartimentado, por un lado el lavatorio a la vista, al lado un cuarto con el water y del otro lado el sector para bañarse. A continuación está la habitación principal con piso de tatami y lo habitual es que tenga una mesita baja y almohadones o asientos en el piso. Además teníamos un pequeño armario con los yukata y mantas adicionales. Finalmente había una especie de balcón interno con dos silloncitos y una vista preciosa a las montañas y el río, está separado con las típicas puertas shoji hechas con papel washi.
%2012.41.38%E2%80%AFp.%C2%A0m..png)
La habitación era preciosa, muy elegante, sencilla, transmitía mucha calma... pero estuvimos cinco minutos y salimos a explorar el entorno y caminamos hasta el río Kiyotaki que está a 5 minutos. Es un lindo paseito que debe ser hermoso también en otoño.
A unos 20 minutos caminando hay un templo pero preferimos volver porque teníamos turno para el onsen y habíamos reservado la pileta privada descubierta.
Los onsen, baños termales, pueden ser públicos o privados y los públicos siempre son separados para hombres y mujeres. Los japoneses ingresan desnudos pero nosotras no tenemos esa costumbre así que fuimos con traje de baño.
El baño fue un placer sobre todo por la ubicación, si bien no es una terma natural, la pileta está armada de tal modo que uno se siente en la naturaleza. El agua estaba muuuuuy caliente pero nos ayudaba mucho que el recinto se abría completamente y el día estaba espectacular. Además hay una ducha y baldes para bañarse con agua fría.
Después de ese baño reparador tuvimos una hora de descanso antes de bajar a cenar. La cena es temprano, a las 17 o 18,30, en el comedor que, por suerte, tenía mesas normales y no las bajitas que me cuestan tanto.
Si elijen alojarse en un riokan les recomiendo que contraten la experiencia completa porque van a poder probar la gastronomía tradicional, servida con una elegancia y un cuidado increíble, con platos que dificilmente prueben en otro lado. Intentaré explicar la cena lo mejor posible.
%201.37.13%E2%80%AFp.%C2%A0m..png)
En primer lugar nos trajeron esa caja de madera que ven en la foto que adentro tiene una cantidad de apertivos, del tamaño de uno o dos bocados, elaborados con ingredientes de mar y montaña. Le saqué foto al menú pero realmente no sé qué comimos exactamente pero puedo decirles que había verduras, brotes, pescados, carnes. Los sabores eran en general muy sutiles, muy diferentes a los habituales para nosotros, y en general me gustó mucho todo, solo tuve problema con algunas texturas porque eran como gelatinosas, raras.
Después empezaron a traer más platos, también hermosamente presentados. De estos lo único que no me gustó era la bola de arroz que no tenía demasiado sabor y la textura era muy extraña. El ramen individual estaba riquísimo y el postre de frutillas y kiwi amarillo fue fabuloso. Acompañamos con una copita de sake.
Después de esta cena tan lujosa volvimos a la habitación que ya estaba arreglada para dormir. Contra mi pronóstico, era muy temprano, apenas 20,30, me quedé dormida enseguida y fue muy cómodo.
Al día siguiente nos despertamos después de dormir casi 9 horas y bajamos a tomar un desayuno que fue tan especial como la cena. En Asia en general los desayunos se parecen más a almuerzos y en este teníamos pescado, ensaladas, brotes de bambú, unos bocados con textura de flan que no sé qué eran, un tofu con una salsita de soja que estaba increíble y una naranja muy refrescante y riquísima. Para no perder la costumbre acompañamos con café porque después de todo era un desayuno.
Con este festín terminó nuestra maravillo estadía en el riokan, experiencia que les recomiendo sinceramente. No es barato, en abril de 2025 nos costó 550 dólares para las tres reservado por Booking, pero es muy buena la relación precio - calidad - servicio. Además, cuándo y dónde vamos a vivir algo así sino en el mismísimo Japón? Próxima parada: los bosques de bambú de Arashiyama
Comentarios
Publicar un comentario