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Año nuevo en Sydney

Como conté en la entrada anterior, recibir el año nuevo en Sydney era uno de mis deseos viajeros y tuve la oportunidad de cumplirlo para recibir el 2017.
Son muchas las personas que viajan especialmente para recibir los años nuevos en distintos lugares del mundo y me encantaría poder hacerlo cada año a mí también. Recibí 2007 en Río de Janeiro y esa es otra experiencia que recomiendo enormemente, creo que hay pocas fiestas más increíbles y divertidas que esa. También celebré la llegada de 2015 en Bangkok y aunque no fue nada del otro mundo siempre es especial, y mi lista de lugares para pasar esa fiesta tan especial no para de crecer: Hong Kong, Nueva York, Taipei, o alguna playa del sudeste asiático son sólo algunos de los destinos con los que sueño.
Pero volviendo a Sydney les comento que realmente vale la pena, no sólo porque esa "excusa" da la oportunidad de visitar una ciudad fabulosa, y un país muy hermoso, sino también porque el festejo es increíble tanto por los 30 minutos de fuegos artificiales inolvidables, como por la experiencia completa que dura todo el día.
Ya les conté que es necesario reservar vuelos y hoteles con bastante anticipación porque los precios suben mucho y los lugares se agotan rápido. El otro tema fundamental es decidir desde donde ver el espectáculo y hay muchas cosas que considerar.
La página https://www.sydneynewyearseve.com/ da todo tipo de informaciones y consejos, no dejen de visitarla, así como una lista de los lugares con mejor vista. Algunos de esos puntos, aunque públicos, son pagos como Campbells Cove en The Rocks. Según lo que leímos en esta y otras páginas y en varios blogs, uno de los mejores lugares es Mrs. Macquaries Point porque tiene vista de la Opera y del Puente y está muy cerca de ellos, pasando el Botánico.

El problema de los mejores lugares es que son los más populares y la capacidad se completa muy temprano. Para este punto en particular la gente hace cola la noche anterior, las puertas abren al mediodía.
Casi en todos los puntos la gente empieza a llegar por la mañana y se pasa el día en una especie de picnic que tiene mucha onda.
Una cosa importante para saber es que la ciudad entera está volcada en la organización de este festejo, el gobierno y la policía especialmente. Todos los puntos panorámicos está custodiados, muchos de ellos vallados, y se controla la cantidad de gente y también las cosas con que uno ingresa. Por ej. no se puede llevar alcohol y aunque alguna botella siempre se filtra, les aseguro que hay controles y a los que son descubiertos los obligan a tirar las botellas y a algunos incluso a irse del lugar. Otro ejemplo es que se permiten las sombrillas o las carpas tipo iglú durante la espera pero al atardecer pasan pidiendo que esas estructuras se quiten para no ocultar las vistas.
Volviendo al sitio nosotros aprovechamos el tour gratuito del día anterior para pedirle consejos al guía y nos recomendó Cremorne Point.
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Está del otro lado de la bahía y aunque está un poco lejos tiene muy buenas vistas. Es un barrio tranquilo de casas individuales con jardín y todos nos acomodamos en un pequeño parque sobre la bahía.
Pero primero les cuento cómo nos preparamos. En estos puntos suele haber algún lugar para comprar comida y bebidas (gran diferencia con Argentina: los precios son los mismos que cualquier otro día), pero se recomienda llevar las viandas. Nosotras primero desayunamos bien en el hotel para no tener tanto hambre y después pasamos por el super para comprar los ingredientes para sandwiches, un poco de humus, unas papas, frutas y bebidas sin alcohol. Nos vestimos con ropa liviana, llevamos unos pareos para tirarnos en el pasto y nada más. El camino hasta allá fue muy sencillo: metro hasta Circular Quay y un ferry de 20 minutos. Llegamos como a las 13.30hs.

El tiempo de llegada estuvo bien pero les cuento nuestros dos errores. Uno: sería mejor llevar una colchoneta o algo más cómodo para sentarse (aunque esto para los turistas no es fácil), son casi 12 horas de espera. Dos: había una piscina pública y como no lo sabíamos no llevamos traje de baño!
A los Australianos les fascina el agua y tienen piscinas por todos lados así que chequeen si no hay una cerca del lugar a donde van y si la hay aprovéchenla! Hubiera sido una espera mucho más divertida.
Aún así y a pesar del largo tiempo la verdad es que el día estaba increíble, las vistas eran fabulosas aún sin los fuegos artificiales y el clima era genial, así que es una experiencia disfrutable de principio a fin. La gente está relajada, en familia o con amigos, es todo muy tranquilo, hay baños públicos limpios, la policía pasa cada tanto controlando sin molestar. Es decir, todo dispuesto para pasarla bien.

A las 18hs hay un espectáculo de acrobacia aérea que nos entretuvo un poco, a las 21hs un set más breve de fuegos artificiales destinado a las familias que no quieren esperar hasta las 24, y luego un desfile de embarcaciones iluminadas con sus mejores galas.

Enseguida los dejo con imágenes del gran evento que empieza puntual a las 00hs del primer día del nuevo año pero antes de pasar a eso les cuento un poco del regreso.
La verdad es que creímos, junto con mucha otra gente, que el ferry iba a funcionar para volver pero resulta que volvía a funcionar a las 6 de la mañana, así que para salir de ahí empezamos a caminar siguiendo la multitud, caminamos por Cremorne hasta llegar a una avenida más comercial por donde pasaban buses y después de varios intentos logramos subir a uno que nos llevaba hasta un metro.
Esto fue bastante caótico, no sabíamos adonde estábamos y nadie informaba pero sabíamos que el metro funcionaba toda la noche así que nos concentramos en llegar allí, de alguna manera lograríamos combinar hasta nuestro hotel. En el bus cruzamos un puente que nos llevó hasta el centro de Sydney y en un punto tuvimos que bajar y caminar, siguiendo el malón otra vez, hasta que finalmente llegamos a una estación. Lo cómico fue que en ese momento nos juntamos con otras columnas de gente que venían de otros lados y las vallas y la policía estaba para ordenar el tránsito humano, con semáforo y todo. Finalmente logramos subir al metro, que era gratis, y después de no recuerdo cuánto tiempo llegamos por fin al hotel, cansadas pero felices.

Ahora sí algunas de las fotos (busquen el show completo en Youtube, es impresionante y mis imágenes no le hacen justicia).
A esto fuimos y valió mucho la pena.




Creo que nuestras sonrisas lo dicen todo...

Antes de cerrar les cuento que en el metro de regreso al hotel nos encontramos con unas argentinas que habían pasado la noche en un barco y creo que si volviera lo planearía con más tiempo y elegiría esa opción. Las vistas son inmejorables porque los fuegos están sobre el agua.
Y la verdad me encantaría repetir la experiencia, recibir otro año en Sydney y recorrer más de un país que no estaba alto entre mis prioridades pero que me dejó feliz de haber ido y con muchas ganas de volver.


Próxima parada, última etapa del viaje: Singapur. 

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