Ir al contenido principal

Reveillon

Interrumpo brevemente la serie sobre mi viaje a Colombia para recordar mi paso por Río de Janeiro para la famosa Reveillon, uno de los mejores festejos del mundo.
Nuestro viaje empezó en San Pablo adonde llegamos el 30 de diciembre de 2006, la intención era viajar esa misma noche a Río pero no llegamos a tiempo así que tuvimos que esperar hasta las 5 de la mañana en la rodoviaria, por suerte había bastante gente, negocios abiertos y mucha seguridad. Finalmente partimos en un micro muy bueno y después de seis horas recorriendo unos paisajes lindísimos llegamos a tierras cariocas.
Habíamos alquilado un departamento de dos ambientes en Copacabana en el que nos alojaríamos cinco personas. El tipo de la agencia fue más que servicial y como se le había desocupado un departamento más grande nos lo dejó sin costo adicional. Estaba muy bien ubicado a dos cuadras de la playa sobre la calle Santa Clara.

Vista desde el departamento
Obviamente, una vez que nos instalamos, nuestro primer destino fue la playa. Es increíble cuando se conoce un lugar del que uno ha visto ya tantas imágenes, parece mentira estar ahí pero también es como si ya se lo conociera. Las playas tienen tanta onda como uno espera y mucha gente tomando sol, bañandose o jugando al fútbol entre vendedores de cocos, artesanías y pareos. Las calles también son así, gente por todos lados, mucho movimiento y venta de lo que se les ocurra, sobre todo de fruta fresca: mangos, papayas y unos abacaxis increíbles.

La noche del 30 ya habían empezado las celebraciones con el homenaje a Iemanja, la diosa del mar. La gente hace ofrendas de flores, frutas y distintos elementos de belleza personal como espejitos o peines que acompaña con velas, todo blanco. Algunas son modestas y otras espectaculares, unas se hacen en la arena y otras se arrojan al mar en pequeños barquitos, pero todas convierten a la playa en un escenario increíble lleno de luz.


Al día siguiente volvimos a la playa pero ya había comenzado la lluvia que nos acompañaría todo el viaje, igual que las espantosas capitas que tuvimos que comprar. Igual recorrimos Copacabana admirando las famosas veredas diseñadas por Burle Marx y que se convirtieron en uno de los símbolos de la ciudad desde los años '70.

Cecila, Pilar, Marisú y yo

A la tardecita empezamos a prepararnos para la gran celebración y hay que decir que para divertise no hace falta mucho. Ropa blanca, siguiendo la tradición, havaianas para estar bien cómodos, un poco de plata para comer y tomar en la playa y ganas de pasarla bien.

Cecilia, Pilar, Pablo y yo
La ciudad dispone varios escenarios a lo largo de los 4 kilómetros de Copacabana y también en Ipanema y Leblón donde usualmente tocan grupos locales muy populares. Un reloj en uno de los hoteles con frente a la playa lleva la cuenta regresiva mientras, en la arena, todos esperamos el momento cúlmine.

Diez segundos antes de las 12.00 hs los animadores empiezan a contar y exactamente a las 0.00 hs, en medio de saludos, gritos y risas, empieza el show de fuegos artificiales más espectacular que vi en mi vida. Media hora sin parar de fuegos que salen de varios barcos ubicados en la bahía que parecen envolvernos, no se sabe para donde mirar. Es increíble.

Nos quedamos ahí como una hora bailando y festejando y después nos fuimos para Ipanema porque ese año, en ocho ciudades del mundo, se festejaba el Nokia Trends y los que estábamos en Río pudimos disfrutar de un recital de Black Eyed Peas.
Más baile, más fiesta y un final pasado por agua pero... a quién le importa.
Cecilia, Marisú, Pilar y yo

Mi relato no llega a reflejar cabalmente lo espectacular y divertida que es esta fiesta por eso les aconsejo que la experimenten, es una de esas cosas que hay que hacer al menos una vez en la vida.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Chicago I

Chicago fue la primera etapa de un viaje por Estados Unidos en el que además visité San Francisco, Los Angeles, Gran Cañón, Monument Valley, Antelope Canyon, Bryce Canyon y Las Vegas. La temática principal era el oeste pero como tuve unos días de desfase con mis compañeras de viaje aproveché para conocer "la ciudad de los vientos". Releyendo esta entrada antes de publicarla noté que por mi relato pareciera que me pasé tres días caminando entre edificios y corriendo de acá para allá para ver todo lo posible en poco tiempo. De alguna manera fue así, estaba sola, tenía muy pocos días para conocer una ciudad muy grande y, si bien me encanta hacer viajes más relajados, también disfruto de esas maratones arquitectónicas que hago cada tanto. Me fascinan las grandes ciudades y la paso muy bien recorriéndolas aún estando sola porque, así como no me iría sola a una playa, a las grandes ciudades sí me animo a ir sola, no tengo miedo de aburrirme, la ciudad me acompaña. Entonces sí,

Tayrona

La ante última etapa de nuestro viaje por Colombia nos llevó al Parque Tayrona hacia donde fuimos con deseos mezclados de ser por un ratito aprendices de Indiana Jones y también de descansar como reinas en unas exclusivas eco cabañas.  Lo primero fue llegar hasta allá.  Dejamos el hotel Tamacá alrededor de las 13 hs después de haber disfrutado lo más posible del desayuno, la pileta y la comodidad de la habitación. El parque Tayrona está a 34 km de Santa Marta y para llegar, si no se quiere pagar un taxi o tomar un tour, hay que viajar alrededor de tres horas. Primero tomamos una buseta ($C 1200 c/u) que atravesó los suburbios menos favorecidos de la ciudad hasta llegar al Mercado de Santa Marta (hay otra línea que va por la costa en un recorrido más corto). Ahí atravesamos todo el mercado que es bastante caótico hasta llegar a donde paran los buses que van al parque. En el mercado, al igual que en otros países de latinoamérica la carne se expone y se vende sin refrigeración así que c

Lisboa

Ultima parada del viaje "Europa 2013" en la bella Lisboa , la de la Baixa y el barrio Alto, la de Fernando Pessoa, la del barrio Alfama y sus fados, la del Marqués de Pombal, la de los pasteles de Belén y los tranvías de madera, la de las colinas y las playas, la de las castañas asadas y los chupitos de Ginjinha, la de las veredas empedradas y las fachadas de colores, la que renació después de un terremoto que la devastó casi por completo y hoy brilla a orillas del Tajo. Mucha Lisboa. Llegamos en tren desde Porto, apenas 2 horas de un viaje más que confortable, hasta nuestro hotel en la Baixa, a unos metros de la Rua Augusta. Porto nos había despedido con lluvia pero Lisboa nos recibió con calor y un precioso cielo blanco y azul. El centro histórico de la ciudad es la Baixa , o Baixa Pombalina, que está al nivel del río (siempre estoy tentada de decir mar de lo amplio que es). Este barrio fue el centro de la reconstrucción luego del terremoto y el tsunami que arrasaron