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Palermo y Cefalú

Palermo fue nuestra primera parada en Sicilia y en cuanto dejamos el aeropuerto sentimos la personalidad caótica y divertida de esta famosa ciudad del sur de Italia que tiene una rica historia que se refleja en sus monumentos marcados por las ocupaciones romana, bizantina, árabe, normanda y española. Como les conté en el post anterior la historia reciente de la ciudad y de toda la isla, no fue tan magnífica pero aún así es una ciudad vibrante y hermosa. 

Lo primero que tengo que decir es que estuvimos muy poco tiempo, apenas dos noches y un día que no alcanzan realmente para conocer y disfrutar la ciudad y ahora me doy cuenta de que conocimos muy poco y me arrepiento pero estos viajes son así. Habrá que volver. Por eso voy a tomar palabras de otras páginas para contarles un poco más sobre la ciudad. 


Los orígenes de Palermo se remontan a los siglos VIII y VII a.c., cuando los Fenicios colonizaron la zona, anteriormente habitada por los Sicanos, los Cretenses y los Elimos. Después de haber sido motivo de disputa entre Roma y Cartago durante las I guerra púnica, la ciudad de Paleopoli pasó bajo de dominio de Roma (254 a.c.). Después de los numerosos ataques de varios pueblos bárbaras, la ciudad fue anexionada al Imperio Bizantino, que la gobernó durante tres siglos, hasta el 831. Los Bizantinos fueron relevados por los Árabes, bajo cuyo dominio Palermo vivió un periodo de esplendor y prosperidad. Arte y economía se desarrollaron brillantemente, el primero gracias a la influencia de la cultura árabe, la segunda mediante intensos intercambios comerciales con los principales puertos italianos. Palermo acrecentó su prestigio con la construcción de mezquitas, suntuosos palacios y jardines espléndidos.

El dominio árabe duró hasta el 1072, cuando, tras un largo cerco, los Normandos consiguieron apoderarse de la ciudad, iniciando una nueva época en la que este pueblo se expandió por toda la península. Bajo el dominio normando, Palermo disfrutó de una cierta autonomía, y en el campo arquitectónico fueron edificados palacios y monumentos, símbolo de este cruce de culturas, como la Capilla Palatina o el Duomo de Monreale. Palermo pasó después bajo dominio de los Suevos de Federico II: periodo en el que el arte y la literatura se desarrollaron aún más, culminando en la fundación de la Escuela Poética Siciliana. Con el francés Carlos d'Anjou Palermo perdió gran parte de su autonomía, con la consiguiente rebelión popular que culminó con la guerra de las Vísperas Sicilianas (1282), que se mantuvo durante veinte años con el objetivo de expulsar a los franceses.

El dominio español (1400 - 1700) marca el inicio de un periodo muy tranquilo para esta ciudad, pretendida y transferida de mano en mano a lo largo de los siglos. Palermo vuelve a ser capital y es renovada desde un punto de vista urbanístico y monumental. Las distintas órdenes religiosas, cada vez más potentes, construyeron un gran número de iglesias y conventos. Es un periodo de fasto y opulencia del clero y de la nobleza, pero también de miseria y peste para el pueblo, cuyas revueltas a menudo se verán apagadas con episodios sangrientos. 

Tras un breve intervalo bajo el Reino de los Saboya (1713 - 1718) y después bajo los austriacos (1718 - 1735), Palermo y Sicilia vuelven a ser dominadas por los españoles, convirtiéndose en el Estado Autónomo del Reino de Nápoles. Después, debido a un decreto borbónico que anuló la autonomía concedida, toda Sicilia se sublevó (1820 y 1848) y finalmente, en 1860, cuando Garibaldi y los Mil desembarcan en Marsala, Palermo conquista la su libertad, siendo anexionada en el 1870 al Reino de Italia. 

Llegamos en avión desde Mykonos y alquilamos un auto para recorrer la isla. La tarea no fue sencilla porque éramos cinco mujeres con valijas pero logramos que nos dieran un auto bastante cómodo y, sobre todo, nos las ingeniamos para armar el rompecabezas de nuestro equipaje. El segundo desafío fue llegar a la ciudad, mejor dicho, entrar a la ciudad porque las autopistas están bien señalizadas pero las ciudades son muy complicadas. Y el tercero fue estacionar, pero ahí tuvimos la ayuda de Giovanni, el dueño del departamento que alquilamos, que nos esperó en la calle para reservarnos un lugar. 

Consejo: que alguien en el grupo tenga llamadas habilitadas, por su propia compañía o con un chip europeo, porque es muy probable que tengan que llamar para pedir orientación, nos pasó en casi todas las ciudades. 

Nos alojamos a pocas cuadras del centro histórico y eso fue excelente porque teníamos varias atracciones a unos pocos metros. En la noche de nuestra llegada recorrimos Via Maqueda, una de las calles principales con sitios bellísimos como la Fontana Pretoria y la esquina Quattro Canti, una esquina con cuatro ochavas preciosas.

La fuente Pretoria fue hecha en 1554 por el escultor toscano Francesco Camilliani, para decorar una villa florentina. Posteriormente, fue comprada por el Senado de Palermo ... y llegó a Palermo ... donde fue recompuesta en una manera diferente al diseño original. Las cuatro cuencas del primer nivel, con grupos de estatuas de figuras en reposo, representan los ríos de Palermo: Oreto, Papireto, Gabriele y Maredolce; en la reja externa están reproducidas las caras del Genio de Palermo, Santa Rosalía y el Águila Pretoriana. Un abundante repertorio plástico de estatuas representa divinidades mitológicas, monstruos, animales, delfines, arpías y sirenas. La evidente desnudez de las figuras expuestas no dejó de turbar las emociones de los ciudadanos, que renombraron este sito “Piazza delle Vergogne”, plaza de la vergüenza. La puerta, diseñada por Giovan Battista Filippo Basile, fue colocada en 1858.



La intersección que se creó, entre Vía Maqueda y Vía Vittorio Emanuele, trajo a la subdivisión de la ciudad en cuatro partes llamadas "Mandamenti". Cada uno de ellos toma su nombre del edificio civil más importante de su zona: Capo o Monte di Pietà, Albergheria o Palazzo Reale, Kalsa o Tribunali y Loggia o Castellammare. Cada cantón superpone los tres órdenes: dórico, jónico y compuesto. En el orden inferior están las estatuas de las "Estaciones", en el mediano, las estatuas de cuatro reyes españoles, que originalmente eran en bronce y fueron reemplazadas con las actuales en mármol de Carrara en 1661 y, finalmente, en el orden superior están las estatuas de los santos patronos de cada distrito (S. Oliva, S. Cristina, S. Ágata y S. Ninfa). En los gabletes de los balcones se pueden admirar ángeles con palmeras y coronas; en el ático está colocado el escudo de armas real español, entre el del virrey y del pretoriano. En 1856, para mejorar la eliminación del agua de lluvia, el Senado decidió bajar el nivel de la calle en Vía Maqueda, y a cada cantón se agregó una cuenca debajo de las fuentes.

Por esa misma calle llegamos al Teatro Massimo Vittorio Emanuelle que lamentablemente no visitamos pero es uno de los más bellos de Italia. Recorriendo sin rumbo las calles cercanas llegamos al Museo Arqueológico Regional justo en la Noche de los Museos y pudimos disfrutar de una visita especial con música y todo. 


El teatro ocupó su lugar entre los barrios antiguos, mediante demoliciones radicales que implicaron, además de tramos de las murallas, el barrio aragonés, al oeste, y los complejos monásticos S. Giuliano y delle Stimmate. El proyecto ganador de la competencia, anunciado en 1864, fue el de Giovan Battista Filippo Basile. El teatro Massimo Vittorio Emanuele cubre un área de 7,730 metros cuadrados, y se estima que es el tercer teatro de mayores dimensiones, capacidad y requisitos técnicos en Europa, después de la Ópera Nacional de París y la Ópera Estatal de Viena. La entrada se caracteriza por una columnata hexástilo sobre una escalinata monumental; en las orillas de las escaleras hay dos obras de bronce que representan la tragedia, por Benedetto Civiletti, y la Lírica, por Mario Rutelli. El cuerpo del teatro es de dos pisos, organizado alrededor de la sala, detrás del cual se desarrolla el escenario; dos vestíbulos circulares sobresalen lateralmente. La sala, cubierta por una cúpula, y el escenario, con un techo inclinado, se levantan mostrando su autonomía formal con respecto al contexto del edificio. La bóveda de la sala fue pintada por Ettore De Maria Bergler y Rocco Lentini.


Ubicado en el antiguo convento de los Padres Filipenses, que se dividía en tres patios, dos de los cuales aún están intactos, y en su interior había logias y capillas privadas. El primer núcleo del Museo Arqueológico se remonta a la colección establecida en el siglo XVIII por el jesuita Ignazio Salnitro, ... Una primera instalación se dio entre 1873 y 1913 bajo la dirección del arqueólogo Antonio Salinas, que aumentó considerablemente el material recolectado a través de las excavaciones que estaban teniendo lugar en ese momento en toda la isla. Los hallazgos arqueológicos se encuentran en las habitaciones de la planta baja, alrededor de los dos quioscos, y en las habitaciones de los dos pisos superiores, e ilustran la antigua civilización de Sicilia, desde la era prehistórica hasta la época romana.Entre los numerosos hallazgos, de notable interés son: la preciosa "Piedra de Palermo", inscripción jeroglífica del 2900 aC; las metopas procedentes de los templos de Selinunte; canalones con cabezas de león; hallazgos de la civilización etrusca provenientes de Chiusi; el Aries, estatua de bronce del siglo III aC; el grupo de estatuas bronceas de "Hércules que mata a un ciervo", una obra romana de Pompeya, etc.

Nuestra noche terminó con una verdadera experiencia italiana. Caminábamos por ahí buscando donde comer cuando un "tano" (denominación habitual y cariñosa de los argentinos a los italianos) muy simpático nos convenció de quedarnos en la Trattoria da Peppe e Franco donde probamos una pastas riquísimas, terminamos brindando con otros parroquianos y los dueños del local y después el tano nos llevó al bar de la mamma de Peppe (o Franco, no recuerdo) que estaba a la vuelta. Increíble.

Esa noche de sábado descubrimos que les encanta salir a comer y tomar, que salen en familia y también mucho los adolescentes y jóvenes que habían copado las calles transformadas en peatonales. Parecía una localidad balnearia en pleno verano. 

Al día siguiente dedicamos la mañana al Mercato Ballaró, absolutamente imperdible. Este, como los otros mercados sicilianos tiene su origen en la ocupación musulmana y recuerda a los zocos de aquella región. No es un edificio sino varias cuadras de locales y puestos que venden absolutamente de todo, desde los más fabulosos productos frescos a comida lista para consumir y ropa o productos de ferretería. Los puestos están agrupados por producto, pescados, carnes, quesos, etc., y realmente lamentamos no tener tiempo de comprar allí y cocinar en el departamento porque todo se veía delicioso. Además el ambiente es fascinante, con los vendedores promocionando sus productos a los gritos y parroquianos como clientes. 


Ballarò es el mercado más antiguo y más grande de la ciudad, y de hecho se extiende desde la Piazza Casa Professa hasta las murallas de Corso Tukory. Hace algún tiempo estaba más concentrado alrededor de la Piazza Ballarò que, como dice Gaspare Palermo en su Guía del año 1800, era "una plaza de provisiones en el barrio de la Albergheria, de forma oblonga y no muy ancha, cuyo pavimento está enlosado con grandes pedernales". En estas pocas líneas, quizás se pueda concentrar todo el mundo de Ballarò, que vivió durante muchos siglos a la sombra de la iglesia de los Padres Carmelitas. “Plaza de provisiones” nos muestra la especialización de los varios comerciantes, es decir, la venta de comestibles. Este mercado sigue siendo el que, en el sentido común del área de Palermo, está destinado a la venta de los frutos tempranos y todo lo que proviene de los campos cercanos o de países no europeos. El mercado se remonta a la era de la dominación árabe. Hay varias teorías sobre la etimología de la palabra Ballarò: una primera hipótesis es que deriva de Bahlara, el nombre de un pueblo, cerca de Monreale, de donde provenían los bienes que se venden, o de Ag-Vallaraja (título de los soberanos de la región Hindú del Sind), ya que vendían especias que venían del Deccan, o tal vez viene de de Segeballarath, que significa “feria - mercado”.

Después caminamos por las callecitas llenas de ropa tendida de ventana a ventana hasta el Palacio de los Normandos, que estaba cerrado, y luego a la impresionante Catedral.

La Catedral es considerada “el libro de historia de Palermo”, ya que todas las dominaciones que se han producido a lo largo de los siglos han dejado rastros de su paso; su construcción se remonta a 1184. Es particularmente fascinante la fachada sur (la que se encuentra en Vía Vittorio Emanuele) con su hermoso pórtico construido en 1453, una obra maestra del gótico catalán, y la balaustrada de mármol que rodea el piso de la catedral del 1574, diseñada por Vincenzo Gagini y posteriormente decorada con estatuas de santos y santas sicilianos. El ancho interior fue radicalmente transformado entre los años 1781 y 1801, regalando a la espacialidad barroca una correcta proporcionalidad neoclásica, donde la cúpula es el elemento esencial de equilibrio.

Terminamos el día en el hermoso Parque Villa Giulia adonde vimos una costumbre que nos asombró. Más temprano, en la zona de la Catedral, habíamos visto varios niños con sus trajes de comunión por lo que supusimos que ese era el día de las comuniones, como acá en Argentina puede ser el 8 de diciembre, y por la tarde vimos niños en el parque haciendo sesión de fotos, pero mientras los varones seguían con el mismo traje, las nenas tenían unos vestidos parecidos a los que usan las que cumplen 15 aquí, más lujosos, con faldas amplias tipo princesa. Además iban muy arregladas y hasta maquilladas. Confieso que nos impresionó ver a niñas de unos 10 años vestidas como si tuvieran 15 o 16 pero suponemos que es una tradición. 

Nombrado en honor a la virreina Giulia D'Avalos, esposa del virrey Marcantonio Colonna di Stigliano, en el sitio que, antiguamente, los pescadores del distrito antiguo de Kalsa utilizaban para extender las redes a secar y, posteriormente, fue elegido como lugar para ejecuciones capitales. Fue realizado en 1777, y es el primer jardín público de Italia. El diseño de la villa, con un evidente perímetro cuadrado, de acuerdo con el proyecto por Nicolò Palma, crea un esquema de jardín italiano con sus reglas geométricas precisas... En el interior hay una exedra decorada con grandes jarrones en toba, al principio de las avenidas; desde aquí comienza la larga avenida que, al cruzar toda la villa, se encuentra con la plaza central y llega al lado opuesto, donde hay otra exedra decorada con grupos escultóricos; entre estos, son particularmente notables Abundancia y Gloria, en los extremos norte y sur de la exedra, obras de 1763 por Ignazio Marabitti. En el centro de la exedra se encuentra la fuente del Genio de Palermo: el gran Anciano Coronado, símbolo de la ciudad, se encuentra en un acantilado con figuraciones simbólicas de Sicilia y de la Conca d'Oro; las esculturas son de Ignazio Marabitti, del 1778. En la plaza central se han colocado en 1866 cuatro pabellones en estilo neopompeyano, diseñados por Giuseppe Damiani Almeyda.

Luego dimos un paseo por zonas menos turísticas de la ciudad pero donde siempre hay rincones interesantes para encontrar. 




Cefalú

Como era domingo muchos lugares cerraron al mediodía así que decidimos ir en el auto hasta Cefalú, una preciosa ciudad medieval al borde del mar, situada a poco más de una hora de Palermo que es uno de los lugares más visitados de Sicilia por su combinación de historia y playas. 

Su curioso nombre deriva del griego y significa cabeza, haciendo referencia a la zona más elevada o cumbre de la conocida como Roca de Cefalú, un promontorio rocoso, de casi 300 metros de altura, a cuyos pies se halla el centro histórico de la localidad... Se cree que su fundación se remonta al siglo V a.C. y por ella han pasado griegos, romanos y árabes.

Al período helenístico-romano pertenecen las murallas aún visibles frente al mar. Los árabes conquistaron el asentamiento bizantino, que la gobernaron hasta el inicio del siglo XI, cuando los Normandos reconquistan Sicilia. Los signos de la dominación normanda son tan numerosos que no es casual que Cefalu sea llamada la “ciudadela normanda”. El edificio más importante es sin duda la catedral, del inicio del siglo XII; la tradición dice que su construcción haya sido decidida por Rogelio II, desembarcado milagrosamente en la costa luego de haberse salvado de una tempestad.

El Corso Ruggero es la calle principal del casco viejo, marcaba los límites de la ciudad durante la Edad Media. Hoy se alinean iglesias barrocas y palacios nobles a ambos lados de la calle. Aquí se encuentran las tiendas más elegantes de Cefalu.


Estuvimos apenas unas horas por lo que no puedo contarles demasiado pero este es definitivamente un lugar al que me gustaría regresar a pasar un par de días recorriendo el casco histórico y disfrutando del mar. 



+ info

Alojamiento

Hoy en día hay casi más oferta de departamentos y casas que de hoteles. En Palermo reservamos por Hoteles.com el departamento 5 cupole, un departamento fabuloso a 200 metros de la Via Maqueda, del mercado Ballaró y del centro histórico. 

Es grande, tiene estar, cocina integrada, tres habitaciones, dos baños, lavadero y balcón con una vista preciosa a las 5 cúpulas que inspiraron el nombre del alojamiento. Está totalmente equipado y muy bien decorado. 

Giovanni, el anfitrión, fue más que amable. Nos reservó lugar para estacionar, nos dio varios consejos, nos ayudó con el equipaje y además nos dejó café, leche, jugo, fruta y dulces para desayunar. Es un lugar perfecto para familias o grupos. 


Gastronomía

Obviamente la comida en Italia es exquisita y es uno de los motivos para visitar ese país. Realmente en mis visitas anteriores no había disfrutado tanto la comida local porque siempre comía pasta, pizza o sandwiches, ricos pero no extraordinarios. En este viaje sí que la disfrutamos y en Palermo arrancamos con nuestro recorrido gastronómico por las pastas, pescados, carpaccio, arancini, cannoli... Ya verán.


Próxima parada Trapani, Erice y Marsala


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