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Suzhou

Estoy escribiendo este posteo en los primeros días de aislamiento obligatorio en Argentina por los casos y avance del Covid-19 y esto justo coincide con la época en que relato mi viaje a China, el país en el que apareció el virus. 
Esta situación me produce sensaciones encontradas. Preocupación, por supuesto, e incertidumbre. También sospecho que varios latinoamericanos pensamos que, por una vez, estar tan lejos del "centro del mundo" fue una ventaja porque podemos ver las cosas que se hacen bien y las que se hacen mal, anticipar y prepararnos. Además esta tal vez sea la única vez en que fue bueno no haber viajado, y que mis amigos más cercanos tampoco lo hayan hecho. 
Este virus fatal se expandió por una actividad que nos apasiona, viajar, y la única manera de controlarlo actualmente es lo que llaman distanciamiento social, lo que atenta contra dos cosas claves para quienes amamos los viajes: recorrer el mundo y conocer otra gente. 
No quiero ponerme seria, aunque esta pandemia está generando mucho dolor, pero sí quiero repetir algo que leí por ahí y me pareció muy acertado: 
la mayor tragedia sería que después de pasar por esto siguiéramos siendo los mismos. 
Por eso creo que cuando esto pase tenemos que volver a viajar, porque todos formamos una gran comunidad y necesitamos estar cerca de los demás. También creo que debemos ser más responsables, respetuosos, comprensivos y gentiles. 
Las imágenes de una Venecia limpia y llena de vida silvestre nos demuestran que el daño lo generamos nosotros mismos, pero también las imágenes de ciudades enteras vacías nos muestran que, por más bellas que sean, no son nada sin la gente que las habita y les da vida. 
Ojalá podamos volver a viajar pronto (habiendo aprendido algo por favor!) pero mientras tanto aprovechemos la tecnología para viajar con la mente y con el alma. 
Volvamos ahora a China que a pesar de todo vale una visita porque es un país fabuloso digno de ser conocido. Resultado de imagen de mapa mundi ilustracion
Suzhou, la ciudad de canales y jardines encantados

Este posteo está dedicado a una ciudad tradicional que, a pesar de haber crecido enormemente, conserva gran parte de su patrimonio y mucho de su encanto.

Suzhou (se pronuncia suchóu) se ubica sobre el río Yangtsé a unos 40 minutos de Shanghai en tren de alta velocidad. Se caracteriza por sus canales y por los bellos jardines que fueron reconocidos por UNESCO como Patrimonio Mundial. Su origen se remonta al año 500 AC y fue una metrópolis industrial y comercial por su ubicación estratégica dentro de las rutas comerciales.
Hicimos la visita en el día desde Shanghai así que no tuvimos tiempo de visitarlos todos pero sí pudimos visitar uno de los más importantes que es el "Jardín del administrador humilde" y ya el nombre da cuenta de que se trata de un lugar con mucha poesía. 
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Los jardines, que son su gran tesoro fueron, construidos durante las Dinastías Quing y Ming. Resultaron seriamente dañados durante la invasión Taiping de 1860 y la invasión japonesa de 1938, y afortunadamente fueron reconstruidos a partir de 1950. Esta es la ciudad que más jardines de este tipo conserva.
En mis relatos anteriores mencioné varias veces los jardines que son elementos claves de la cultura tradicional China y como no es algo que conozca particularmente prefiero usar palabras de otros para describirlos. 
El arte paisají­stico clásico de China, que trata de recrear paisajes naturales en miniatura, está excepcionalmente representado en los nueve jardines de la histórica ciudad de Suzhou. Acondicionados entre los siglos XI y XIX, estos jardines son obras maestras del paisajismo universalmente reconocidas y su meticuloso diseño refleja la trascendencia metafísica que tiene la belleza de la naturaleza en la cultura china.
Concebidos y construidos bajo la influencia de un estilo libre y poético, originalmente visto en la pintura de paisajes clásica china, son notables por su profunda fusión de artesanía exquisita, elegancia artística y ricas implicaciones culturales. Estos jardines son una mirada a como los antiguos intelectuales chinos armonizaban concepciones de estética en una cultura de reclusión dentro de un entorno de vida urbano. 
Los maestros jardineros de cada dinastía adaptaron varias técnicas para simular artísticamente la naturaleza, adaptar y utilizar con mucha destreza el espacio físico disponible. Limitados al espacio dentro de una residencia individual, los jardines clásicos de Suzhou fueron creados para ser un microcosmos del mundo natural, incorporando elementos básicos como agua, piedras, plantas y diversos tipos de edificios de significado literario y poético.
Estos jardines, conjuntos compuestos por edificios, formaciones rocosas, caligrafía, mobiliario, y piezas artísticas decorativas, sirven como muestra de los grandes logros artísticos de la región este del delta del río Yangtze; son, en esencia, la corporización de las connotaciones de la cultura China tradicional. 
(https://whc.unesco.org/en/list/813)

Jardín del administrador humilde

Este jardín es una verdadera maravilla. Está compuesto por varias secciones vinculadas por hermosos cursos de agua y espejos de agua, tiene colinas, preciosos árboles y pabellones con distintos usos que aún conservan el mobiliario original. 
El agua lo une todo y el recorrido se hace principalmente por las orillas y cruzando pequeños puentes, los pabellones y la vegetación se reflejan en el agua quieta. 
Las secciones son diversas entre sí, algunas con diseño más silvestre y otras más ordenadas. 

Muchos de los pabellones y muros tienen aberturas circulares, se las llama "puerta luna" y son muy habituales en este tipo de jardines. Se dice que tienen un gran significado espiritual, para ver el mundo exterior y dar la bienvenida a las oportunidades futuras.
Los pabellones son preciosos también. Pueden ser de mampostería o de madera pero todos tienen grandes aberturas con puertas y ventanas con exquisitos diseños en madera que filtran la luz del exterior a la vez que ocultan el interior. En muchos se ha conservado el mobiliario, elegante y muy elaborado. 
Una de las cosas que más me gustó fueron los nombres de los pabellones y de las distintas secciones porque le agregan poesía al ambiente: El salón de la orquídea y la nieve, el Pabellón de la primavera celestial, el Salón de la fragancia distante o el Puente del pequeño arco iris volador. Hermoso.
La entrada es paga y en el interior hay sanitarios, negocios de souvenirs, cafetería y puesto de información. Tienen folletería en inglés. 

Canales

Hay muchas otras atracciones en la ciudad pero nos pasó lo mismo que en todo el viaje, no teníamos información suficiente antes de ir y allí no pudimos conseguirla, a duras penas logramos tomar un bus desde la estación hacia el centro histórico. Por eso, y porque llegamos después del mediodía y todo cerraba a las 18hs, no pudimos conocer demasiado pero sí recorrimos un poco los canales que son el otro gran atractivo de Suzhou. 
Una parte de los canales es un recorrido turístico súper agradable con negocios, cafés y hasta algunos hoteles (me doy cuenta ahora de que no saqué muchas fotos) y otra parte permanece más auténtica y se nota que es la zona donde vive la gente local. 
Si la visitan por el día desde Shanghai les recomiendo ir temprano para poder visitar más lugares y disfrutar de esta ciudad que es muy hermosa y además permite conocer uno de los famosos pueblos acuáticos del río Yangtze en gran contraste con la super desarrollada Shanghai. 
Recuerden llevar pasaporte porque es obligatorio para tomar el tren en la Shangai Railway Station. 


Así termina mi recorrido por China central, en los próximos posteos vendrán Macao y Hong Kong, hecho en dos viajes distintos e increíblemente cercanos. 
Me quedo con el recuerdo de un país impresionante por su historia, su presente y su futuro. Un país en el que conviven los mayores adelantos tecnológicos con tradiciones y costumbres milenarias. Un país que casi parece un mundo, que tiene varios países dentro de su territorio, paisajes increíbles y ciudades de vértigo. 
Si bien al visitar China y otros países de Asia me pareció que las diferencias entre oriente y occidente no son tantas, me queda la certeza de que hay algo distinto en nuestra filosofía de vida, por así decirlo, que no llegaríamos a comprender ni pasando toda la vida allí. 
Me quedo con ganas de volver una y otra vez para descubrir nuevos lugares, probar otras comidas, reírme con ellos porque no nos entendemos por más traductores y señas que usemos e intentar conocer más a su gente que, a pesar de la incomunicación, nos ayudó con una sonrisa siempre. 


Y me despido con algo que no es para nada una burla sino un simple collage de algunas de las traducciones desopilantes que vimos, evidentemente hechas con un mal traductor. 

Las dos primeras no requieren traducción.
Las comidas son un tema, uno piensa que pide algo específico pero... "Pájaros por un rato" y "Quema un pollo". Ok!
Y la última está probando ser tan cierta que asusta "Cuidado civilización!"

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