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Nueva Orleans

La famosa ciudad sureña siempre fue uno de los lugares que quería conocer de Estados Unidos. Me atraía su historia, su aire bohemio, la exuberancia húmeda del ambiente, el Barrio Francés, su arquitectura, su música, sus leyendas, su actualidad luego de la devastación que dejó Katrina. Y en este viaje al fin pude ir.
¿Me gustó?
Sí y no.
Sí por el Barrio Francés, por la arquitectura, por la música, porque el jazz suena a toda hora en todos lados, por la increíble gastronomía (¡vivan las beignets y el jambalaia!), por los Garden Districts, por el clima relajado y festivo, por la buena onda, por los collares de colores, por los tranvías de madera, por la semana de la Decadencia Sureña que nos sorprendió con su locura gay. Sí a pesar del intenso calor y el sol abrasador. Sí porque pudo renacer de la destrucción.
No porque el Barrio Francés es puramente turístico y perdió su esencia (o adquirió una nueva que no me gusta tanto), porque los covers fueron reemplazando la música original en los pubs de Bourbon St.. No porque esperaba otra cosa y sobre todo no porque sentí que no la conocí realmente, que no pude salir del circuito turístico y no sólo en el sentido físico.
¿Volvería? Sí, pero con más tiempo y tal vez con Coachsurfing o algún sistema de esos que me permita conocer gente local y ver cómo viven. Y trataría de visitar una plantación, los pantanos y los cementerios porque siento que son importantes para comprender esta ciudad y su cultura.
De casualidad caímos en el final de la semana de la Decadencia Sureña una súper-mega-ultra fiesta gay que tenía copada la ciudad así que, aunque no era Mardi Gras, vimos bastante decadencia y algo de desenfreno (no mucho, puertas afuera eran discretos, puertas adentro... no creo). Esa noche no llegamos a ningún evento especial pero al día siguiente sí pudimos ver un desfile espectacular y súper divertido.
Antes y después de eso recorrimos el Barrio Francés (que en su momento fue español) un poco solas y otro poco con un tour gratuito muy bueno salvo porque era al mediodía y nos estábamos derritiendo, literalmente. A pesar de mis críticas es hermoso, casi todas las edificaciones son de dos pisos con esos balcones con hierro ornamental tan famosos, muchas plantas, adornos en todos lados, fachadas de ladrillo, de madera o pintadas de colores. Hay unos patios divinos, callejones y galerías. En el centro del barrio está la plaza Jackson, rodeada por la Catedral y unos edificios señoriales que en su momento pertenecieron a la realeza local y frente al Misisipi, un río mítico lleno de historias y leyendas.
Muy cerca está el Faubourg Marigny que está menos invadido y donde el jazz se escapa por las puertas abiertas de los pubs que no cierran ni al mediodía. También por ahí encontramos el French Market que está bien para comer pero no me pareció nada del otro mundo.
Recorrimos Canal St. y tomamos el tranvía antiguo en St. Charles Ave. para pasear por los Garden District hasta Uptown, las zonas más lindas que vimos en esta ciudad.
Nueva Orleans obviamente se disfruta también de noche, cenando esa increíble comida cajun y creol que aumenta la temperatura corporal en 50 grados por lo menos, tomando algo en bares de otro tiempo como el Carousel del Hotel Monteleone, o escuchando verdadero jazz en el Preservation Hall.

¿Me gustó? Sí!



+ info

Transporte
Nosotras llegamos en auto desde Florida pero se puede llegar en avión o en bus.
Dentro de la ciudad gran parte se hace caminando y para los sitios más lejanos lo ideal es tomar los tranvías o streetcars.

Alojamiento
Old 77 Hotel & Chandlery. Sin saberlo terminamos en uno de los hoteles del momento. Es un edificio industrial reciclado con muy buen gusto, muy buen ubicado, fuera de la locura del Barrio Francés pero cerca como para ir a pie. Nuestra instancia coincidió con la reinauguración así que conseguimos una tarifa excelente.

Gastronomía
No nos dio el estómago para todo lo que la ciudad tenía para ofrecer pero no nos perdimos ni las beignets (un manjar), ni el gumbo, ni el jambalaia (mi preferido). Sólo me faltó el pollo frito pero realmente no daba más.
Algunos lugares recomendables: Gumbo Shop, Deanie's Seafood, Café Envie, Café Beignet (el más famoso es el Café du Monde pero siempre estaba repleto así que no fuimos al final), Mojo, Mother's (la especialidad es jamón asado, muy tradicional, muy bueno), Reveletor Coffee (nada tradicional, muy buen café) y The Ruby Slipper (un desayuno inolvidable).


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