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Hoi An

Dejamos la caótica Ho Chi Minh temprano a la mañana para viajar a Hoi An, una ciudad antigua y encantadora, un lugar para disfrutar de tranquilos paseos por calles rodeadas de edificios de otra época, saborear la gastronomía, mezcla de tradición local y cocina francesa, y para comprar desde productos hechos en seda, lámparas de brillantes colores, ropa y zapatos hechos a medida en el día. O sea, el paraíso del turista!
El día nos recibió con lluvia pero paró poco después del mediodía así que apenas nos instalamos en el hotel salimos a explorar porque íbamos a pasar apenas un día y medio ahí y había mucho para ver aunque tengo que reconocer que después de diez días de viaje conteniéndonos con las compras acá nos dejamos llevar y compramos y compramos y compramos...
Tal vez debería avergonzarme al admitir que apenas si entramos a los muchos y hermosos edificios que hay para conocer en la ciudad pero cuanto más viajo menos siento el "deber" de hacer las cosas que se supone que hay que hacer en cada lugar y más el "deseo" de hacer exactamente lo que tengo ganas y en este caso fue pasear sin rumbo fijo, comer rico y comprar cosas divinas. 
Cómo decía llegamos a Hoi An pasado el mediodía después de un vuelo que nos dejó en Danang, el aeropuerto más cercano. 
Apenas habíamos hecho veinte pasos cuando descubrimos que en la misma cuadra de nuestro hotel había varias zapaterías de las que confeccionan en el mismo día y obviamente no tardamos ni medio minuto en decidirnos a encargar un par de sandalias. Sencillas obvio, nada sofisticado, pero baratas (U$ 20) y sobre todo originales porque pudimos elegir el modelo y el cuero y la verdad es que la gracia está en que las confeccionan en apenas unas horas.
Media cuadra después encontramos dónde varios negocios de vestidos y encargamos uno cada una también por la módica suma de 20 dólares después de habernos probado varios de los modelos disponibles, con la tela elegida y las medidas precisas.
Para que vean que es cierto, todo made in Hoi An. Y hubiera comprado más!
Bueno, compré más, pero eran regalos ;)
Eso sació un poco nuestra ansiedad y pudimos disfrutar de los hermosos edificios con influencias chinas y japonesas que se encuentran sobre todo en la ciudad antigua. 

Hoi An fue una ciudad importante en el pasado, uno de los puertos más importantes de la región central de Vietnam donde se comerciaba con Arabia y China. La ciudad, que se encontraba en la Ruta de la seda y de la cerámica, floreció entre los siglos XVI y XIX pero a finales de este siglo su puerto perdió influencia frente al de Danang.
La ciudad antigua fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO por su valioso patrimonio arquitectónico y artístico que combina las culturas del este y el oeste y está admirablemente bien conservado.
Las influencias chinas son evidentes muchos otros edificios además de este: Chinesse Congregation Assembley Hall. 
Las casas típicas de Hoi An son de uno o dos niveles con techo de tejas y fachadas revocadas en colores cálidos. Muchas tienen galerías y ventanas con celosías de madera, seguramente por el clima. Están algo descuidadas pero conservan una decadente elegancia que las hace muy atractivas. 
El Puente Japonés es una de las principales atracciones de la ciudad. Para cruzar por el interior hay que pagar una entrada pero realmente no es necesario eso para admirar su belleza. 
Durante nuestra recorrida seguimos comprando porque es EL lugar para hacerlo. Vestidos, camisones, batas y pañuelos de seda, carteras imitación de las grandes marcas (Shhh... que no se diga!), cuencos de bambú, lámparas, y millones de cosas más a muy buenos precios son imposibles de resistir. Hay un mercado además que mezcla productos frescos con artesanías y en sus alrededores hay negocios de todo tipo y vendedores ambulantes que parecen de otra época.
Esta gente local que aún mantiene ciertas tradiciones, y no para beneficio de los turistas por suerte, fue lo que marcó mis impresiones de este viaje por el sudeste asiático. Me fascinaron sus rostros, su postura, su constante actividad, sus ratos de descanso, su desinteresada amabilidad. En general esto siempre me llama la atención pero recién en este viaje me dediqué a observar con más atención y sin vergüenza y también a fotografiar porque no sentí que les molestara. No sentí lo mismo en Kuala Lumpur, de la que hablaré bastante más adelante, donde había mucho para ver y retratar porque es una ciudad verdaderamente multicultural pero me dio la impresión que la mirada un poco indiscreta no era tan tolerada.
También disfrutamos la gastronomía porque Hoi An es uno de los lugares que conserva en su cocina rastros de su pasado francés y hay muy buena pastelería, ideal para disfrutar con ese café tan exquisito que tienen en Vietnam. La comida también es deliciosa, sabrosa y delicada.
De día la ciudad es hermosa pero de noche adquiere un clima especial gracias a las miles de lámparas de seda que adornan calles y fachadas y que, convenientemente, se venden en el mercado nocturno que abre cada día al caer el sol del otro lado del río Thu Bon.

Un día alcanza para ver lo esencial pero la verdad es que da para más. Es una ciudad muy agradable y si se la visita como parte de un viaje por Vietnam o por el Sudeste, es ideal para pasar dos o tres días de relax.


+ info

Transporte
Llegamos en un hotel de Vietnam Airlines a Danang y desde ahí tomamos un taxi que arreglamos con el hotel. Esta es una opción muy conveniente tanto en Vietnam como en Tailandia porque el transporte público no es muy bueno, los taxis no son caros y la mayoría de los hoteles arreglan el traslado.
Dentro de la ciudad hicimos todo caminando porque en un solo día no llegamos a visitar las playas cercanas ni ir hasta Hue, otra ciudad histórica muy visitada. Muchos optan por alquilar bicicletas o usar las que ofrecen la mayoría de los hoteles.

Alojamiento
Nos quedamos en el Vaia Boutique Hotel. Está ubicado a unas cuadras del centro de la ciudad antigua, es muy bueno y económico. Hay muchos hoteles excelentes y a buenos precios para elegir, lo único que recomiendo es alojarse en la ciudad antigua o cerca porque como dije casi todo se hace caminando.

Atracciones
La ciudad en sí misma es una atracción y se puede entrar a la mayoría de los edificios porque las pagodas por ejemplo están abiertas y las antiguas casas son negocios o restaurantes pero  para algunos edificios como el Puente Japonés es necesario comprar un ticket que permite el acceso a varias atracciones. No lo compramos porque no nos pareció necesario pero recuerdo que no era caro.
También se puede alquilar bicicleta, como mencioné, dar un paseo en tuc-tuc o viajar en bote por el río. 

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