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Viena

Viena, ciudad imperial, tierra de Sisí y Francisco José, de Mozart, Strauss y Klimt, de la Secesión Vienesa y de grandes arquitectos como Otto Wagner y Adolf Loos. Promete mucho y no defrauda.Para empezar hay que decir que es bella, elegante, una mezcla de París y Milán (también por los precios), con un toque moderno y una vitalidad que la hacen todavía más atractiva.
Al igual que todas aquellas ciudades que alguna vez estuvieron amuralladas Viena tiene un centro histórico bien definido donde se concentran varias de sus maravillas como la Catedral San Esteban, Stephansdom, que es el corazón del Inner Stadt, el casco histórico. Se trata de una impresionante iglesia cuya historia se remonta al siglo XII y que se distingue por sus esbeltas naves, sus torres y su increíble techo de tejas decorado. El interior alberga varias joyas como el púlpito o el altar de Wiener Neustadt. 


 



A su alrededor serpentean las calles, muchas de ellas peatonales, escondiendo tesoros y creando rincones verdaderamente encantadores. Aunque creo que siempre conviene marcar los lugares que uno quiere visitar sí o sí, este es el lugar ideal para dejar que los pies nos guíen, sin restringirnos a un itinerario predefinido. Así encontraremos desde la Judenplatz con su monumento en memoria del Holocausto, hasta una preciosa iglesia Jesuita, pasando por pasajes y jardines.

 

 
Iglesia Jesuita
 

 

Judenplatz 

 

 
Hotel Topaz y Reloj Ankeruhr
Stadtpark. Monumento a Strauss.
El Innerstadt es también una importante zona comercial. Desde San Esteban parten varias calles peatonales con exclusivos comercios abiertos en fantásticos edificios. 
Pestsaule
 Grabenstrasse

La ciudad vieja estaba protegida por una muralla que fue demolida a mediados del siglo XIX por orden del emperador Francisco José (sí, el de Sisí). En su lugar se creo la Ringstrasse, una impresionante calle circular sobre la que se construyeron algunos de los edificios más impresionantes de la ciudad como la Opera Nacional, el Parlamento, los museos de Historia del Arte e Historia Natural, el Ayuntamiento (Rathaus), la Universidad o la Bolsa, además del Stadt Park, un hermoso pulmón verde en el centro de la ciudad ideal para tomarse un respiro. Hoy es posible recorrer esta calle en un tranvía de madera de los de antes y si no fuera por el tráfico sería como viajar en el tiempo. 

Parlamento
Rathaus

Burgtheater
Ringstrasse
El otro límite de la ciudad vieja era el canal del Danubio que hoy separa el centro histórico de una parte más moderna de la ciudad. 
La Opera merece un párrafo aparte pero más que por su arquitectura, por la calidad de la institución. Fue inaugurada en 1869 con la presencia del emperador Francisco José y su esposa Elizabeth. Se transformó en una de las salas más importantes del mundo pero en 1945 fue devastada durante un bombardeo que destruyó completamente la sala y otras partes del edificio. La fachada, el foyer, los salones del primer piso y los palcos se salvaron de la destrucción y fueron restaurados a su estado original pero la sala debió ser reconstruida. Este teatro es un símbolo de la cultura y la historia de Austria por lo que muy pronto se anunció su reapertura que sucedió tan solo diez años después. La sala fue realizada en un estilo mucho más austero que el original y prácticamente no tiene ornamentación por lo que no es especialmente atractiva desde lo estético pero estas obras permitieron ampliar el escenario y ahí es donde sucede la magia. 
Usualmente se presentan 55 óperas y 15 ballets cada año, ninguno de los cuales se representa más de cinco veces, y hay funciones 360 días del año pero como los artistas deben descansar las obras se realizan cada 3 días en ciclos de 5 funciones. Esto obliga a montar y desmontar todos los días porque además están los ensayos de cada obra que llevan un mes. Todo esto es posible en gran parte gracias a que el escenario tiene 50 metros de profundidad, 92 barras para elementos escenográficos y 12 plataformas, además de un increíble número de empleados, lo que facilita la puesta y el desarme de las distintas obras.
Sólo ver estos números permite hacerse una idea de la complejidad de la institución que, para colmo, no sólo tiene una impresionante cantidad de representaciones sino también una impecable calidad. El otro dato fundamental es que se trata de una ópera estatal con entradas realmente accesibles que van desde 190 euros la más costosa hasta 3 euros para ver de pie. El presupuesto del año 2013 fue de 92 millones de euros, 36 obtenidos por la venta de entradas y el resto aportado por el estado. 
Yo cada vez le rehuyo más a las visitas guiadas pero para el que ama la música, o el arte en general, la arquitectura y la historia, esta es imprescindible. 




 

 

Sin dudas una de las cosas que más atrae de Viena es su pasado imperial que aún hoy en día puede apreciarse en sus increíbles palacios y monumentos. Como toda mujer, supongo, me encantan las historias de princesas y una de mis preferidas siempre fue la de Sisí, sobre todo porque era cierta. De chica leí mil veces la serie de libros de Odette Ferry de la Biblioteca Billiken, me fascinaba la historia de esa hermosa joven que se unió a Francisco José en un matrimonio arreglado pero que derivó en una relación de amor. Seguramente la realidad fue muy distinta pero ¿qué importa? prefiero seguir creyendo que fue así.
 

Las figuras de Francisco José y Sisi son exaltadas en la ciudad, seguramente también con fines comerciales, pero de cualquier modo es imposible dejar Viena sin visitar al menos uno de los palacios. Nosotras elegimos Schonbrunn, la antigua residencia de verano de la familia del emperador, que data del siglo XVI. El palacio es impresionante pero, como me viene pasando últimamente, lo que más me atrajeron fueron los jardines. En el interior pueden visitarse distintos sectores como los apartamentos de María Teresa, que fue emperatriz en el siglo XVIII y tenía muy buen gusto, me gustaron sobre todo los salones chinos. También se pueden visitar los aposentos de Francisco José y Sisi y aprender un poco sobre la vida de esta singular mujer que hace dos siglos hacía gimnasia y dietas para mantener su figura y gracias a eso se había transformado en un ícono de belleza. 





 



 

El baño de Sisí y el dormitorio de Francisco José
(Las fotos de interiores no son mías, no estar permitido tomar fotografías)
Obviamente, como toda gran ciudad, Viena tiene excelentes museos para visitar. ¿La verdad? No entramos a ninguno pero sí paseamos por el Museumsquartier que incluye el Museo Leopold, el Mumok , el Kuntshalle y el Centro de Arquitectura de Viena, entre otros. El complejo, que está en el centro histórico cerca del Hofburg, otro palacio imperial, y de la Ringstrasse, es genial. Un enorme patio conecta todos los edificios y es el centro de encuentro de visitantes y paseantes con sus sillones gigantes y sólo por eso vale la pena. 
Musemsquartier
Museo Albertina
Fuera del Museumsquartier están el Museo Albertina, a la que tampoco entramos, y el Belvedere que sí visitamos (¡por fin un poco de cultura!) para ver las fabulosas obras de Gustav Klimt. Todos conocemos a Klimt, especialmente su obra más famosa "El beso", pero ver su trabajo en persona es impresionante, es tan bello que no tengo palabras para describirlo.
Upper Belvedere
Lower Belvedere
Vale la pena visitar el Belvedere también porque está en una zona más alta y ofrece unas preciosas vistas de la ciudad.
 
Gustav Klimt, Kiss, 1907/08 | © © Belvedere, Vienna
El beso

Gustav Klimt, Judith, 1901 | © © Belvedere, Vienna
Judith
Gustav Klimt, Cottage Garden with Sunflowers, c. 1906 | © © Belvedere, Vienna
Jardín con girasoles

Una de las obras de Klimt que más me gustó, o LA obra que más me gustó, no está en el Belvedere sino en el edificio de la Secesión del que hablaré más adelante. Se trata de el Friso de Beethoven y es sencillamente increíble. Klimt la realizó en 1902 para una muestra de la Secesión y estaba pensada como marco para un monumento dedicado al músico alemán. Está desarrollada en tres paneles que muestran la búsqueda de la felicidad a través de la música. 
La primera pared muestra el sufrimiento humano, representado por una pareja arrodillada una muchacha detrás que le ruegan a un caballero de brillante armadura que representa la fuerza y está acompañado por la compasión y la ambición, las dos figuras femeninas detrás de él, que son su motivación para luchar por la felicidad. 
La pared central muestra las fuerzas hostiles: el gigante Typhoeus que puede vencer hasta a los dioses; sus hijas, las tres gárgolas que representan a la enfermedad, la locura y la muerte; y otras figuras femeninas representando la lascivia, la inmoralidad y la intemperancia; mientras los anhelos y deseos de la humanidad pasan volando sobre ellos. 
La tercera pared muestra a la Poesía, una mujer con una lira que representa el anhelo de felicidad; las Artes que nos llevan a un lugar ideal de pura alegría, pura felicidad y puro amor; y finalmente un Coro de ángeles en el paraíso rodeando a una pareja enfrascada en un profundo beso. 
Esta obra está en el subsuelo del edificio de la Secesión, es una joya dentro de otra joya.
Vale la pena dedicarle su tiempo, es una de esas obras que nos hacen entrar como en un trance.
Y hablando de Secesión esa es justamente una de las principales razones por las cuales quería conocer Viena: la arquitectura, pero no tanto la clásica sino la de fines del XIX y principios del XX. En esa época se desarrolló el art nouveau en toda Europa con variantes en los distintos países y en Austria tuvo un carácter muy especial gracias a la escuela de la Secesión Vienesa y a la obra de grandes arquitectos como Otto Wagner y Adolf Loos. 
El edificio de la Secesión es obra de Joseph Maria Olbrich, discípulo de Wagner de sólo 30 años, y fue construido en 1898 para exhibir los trabajos de ese grupo de arquitectos y artistas. Está en un terreno cercano a la Ringstrasse y la Opera y en un principio iba a ser un pabellón temporal. Cuando lo visité me pasó algo similar que con la Ville Savoye de Le Corbussier. Había visto la obra tantas veces que sólo por la admiración que me genera me la imaginaba monumental y aunque lo es por su calidad, es pequeña, casi como una maqueta o una caja de bombones, pero en su pequeñez es perfecta. El interior no es nada especial, no deja de ser un espacio de exhibición, pero el volumen y la decoración externa son increíbles. 


 



Otro imperdible es Otto Wagner que tiene muchas obras en la ciudad pero realmente sólo pude visitar dos: los pabellones de Karlsplatz y la Caja de Ahorro Postal que es simplemente una maravilla.

Wagner construyó varios pabellones como estaciones de tranvía alrededor de 1900 y luego sirvieron como estaciones de subterráneo. Los de Karlsplatz son de los más bellos y en uno de ellos funciona un museo dedicado a la obra del arquitecto. 

Frente a estos pabellones está la iglesia Karslkirche que hoy es una sala de conciertos.
La Caja es el resultado de un concurso que tiene su antecedente además en una competición para el desarrollo urbano de la ciudad lanzando a fines del siglo XIX para llevar la Viena medieval a la modernidad. Wagner participó de esa competición con varias ideas, entre ellas de destinar un terreno para la sede del correo. El mismo terreno en el que finalmente se construyó y cuyo concurso fue ganado por Wagner. 
Una de las cosas que primero impacta es que el edificio toma muchos de los rasgos característicos de la arquitectura que lo rodea como la altura, las proporciones y la materialidad pero su diseño es moderno, con una impronta industrial y detalles decorativos singulares. 

 



Para cerrar el capítulo "arquitectura", un poco de Adolf Loos, autor de una obra emblemática, el libro "Ornamento y delito" de 1908 en el que proclamó sus principios, "Como el ornamento ya no está unido orgánicamente a nuestra cultura, tampoco es ya la expresión de ésta". En Viena es posible conocer la llamada Casa Loos, construida originalmente para la sastrería Sastrería Goldman&Salatsch, un gran exponente de la modernidad "no ornamentada" que hoy pertenece a un banco. 


Repasando la entrada antes de publicarla me doy cuenta de que me falta mucho por contar sin considerar todo lo que no llegué a ver en la Viena histórica y también en la moderna porque hay todo un nuevo sector en desarrollo cerca del Danubio con obras como el nuevo campus de la Universidad o el Gasómetro firmadas por los mejores arquitectos de la actualidad. No llegué a ver todo esto y lo lamento relativamente porque es una buena excusa para volver. 

Lo que no quiero dejar de mencionar antes de terminar es la gastronomía, fundamental en la ciudad y cada vez más en mis viajes (tengo alma de gordita), especialmente la pastelería que es de las más finas del mundo. Una de las estrellas es la famosa torta Sacher, creada en el hotel del mismo nombre ubicado detrás de la Opera adonde fuimos para disfrutarla (el lugar es un lujo), pero la ciudad está llena de cafeterías y pastelerías, como Aida, que bien valen una parada. 



+ info

Cómo llegar
En nuestro caso llegamos desde Praga en tren. El viaje dura 4 horas y es muy económico, U$25. 

Alojamiento
Nos quedamos en el hotel Kibi Rooms ubicado sobre la avenida Landstrasse fuera del centro histórico, por eso era más económico, pero ubicado en un barrio residencial-comercial muy lindo y a sólo 200 metros de la estación Wien-Mitte-Landstrasse donde confluyen varias líneas de tren y subte. El año pasado costó U$80 por noche la habitación doble con desayuno. 

Transporte
Es impresionante. Tienen tranvías, buses, subterráneos (U-Bahn) y trenes suburbanos (S-Bahn) y muchas líneas para cada uno. Hay distintos tipos de pases y conviene sacarlos porque la ciudad es bastante grande y algunas atracciones como el Palacio Schonbrunn o el Belvedere, no están el Innerstadt. El pase de 3 días, para todos los transportes dentro de la zona céntrica, nos costó 15 euros. 

Atracciones
Palacio Schobrunn. Hay distintos pases disponibles según lo que se quiera visitar desde 11.50 a 35 e. Nosotras sacamos el Grand Tour de 14.50 e que permite visitar casi todos los interiores pero no incluye ciertos sectores restringidos de los jardines. El ticket se puede comprar por internet o sacarlo directamente allá, hay horarios asignados según el tipo de tour. Todo muy ordenado y eficiente. También hay pases combinados para otros palacios o lugares imperiales como el zoológico. 
Opera. Sólo con visita guiada, 6 e. 
Belvedere.También hay distintos tickets y pases disponibles. El básico para el Upper Belvedere, incluyendo la obra de Klimt, cuesta 12.50 e. 

Gastronomía

Como ya dije las pastelerías son imperdibles y para comer hay bastante variedad de precios y platos. Una comida típica es el schnitzel, una milanesa o escalope de vaca o cerdo que se puede comer en muchos lados, y conocimos un restaurante que está en otras ciudades como Berlín que se llama Vapiano. Es un autoservicio de calidad con distintos platos de pasta, pizza o ensaldas y postres que tiene un método novedoso, al entrar se nos entrega una tarjeta y no pasa por distintas secciones para pedir la comida y la bebida, cada cosa se carga en la tarjeta y se paga a la salida. Los lugares son lindos y el ambiente muy bueno con mayoría de jóvenes y oficinistas. 
Escalopes con pasta
Algunos precios (de 2013)

Dos cafés con una porción de torta 8 e
Cena en Vapiano para dos (pizza con las bebidas) 17 e
Schnitzel y shawarma (hay muchos restaurantes turcos) 12 e
Dos cafés con torta Sacher en el café Sacher 12 e


Comentarios

  1. De casualidad llegué a tu blog Laura.... Felicitaciones !.... Lindo leerte y mirar tus fotos de viajes!
    Saludos, Liliana.

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  2. Gracias Laura. Igual que Liliana he llegado a este blog y los otros y me impresiona tu gran ayuda para ubicarnos y enamorarnos de estos lugares. Un saludo y gracias.

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    Respuestas
    1. Hola Rosalba, qué bueno que te guste y te sirva.
      Saludos

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