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Santorini

Cuando empezó la crisis de Grecia escuché que la canciller alemana Angela Merkel había sugerido que ese país vendiera las islas para pagar su deuda. Supongo que no fue cierto (espero que no haya sido cierto) pero al conocer dos de las famosas islas griegas entendí que son un verdadero tesoro. Seguramente vendiéndolas los griegos recaudarían una fortuna pero perderían parte de su alma.
Grecia cuenta con más de cien islas para visitar agrupadas como las Cícladas, las del Dodecaneso, las Jónicas, las del Sarónico, las Espóradas, las del Egeo Norte. Todas tienen atractivos diferentes y es difícil elegir cuáles visitar, hay quienes prefieren las más renombradas (Mykonos, Santorini, Creta, Rodas o Delfos), y quienes recomiendan optar por las menos conocidas porque aún no han sido invadidas por el turismo y conservan su espíritu original.
Ante tantas opciones preferimos ir a lo seguro y elegir Santorini y Mykonos para nuestra primera incursión en las islas griegas. No nos equivocamos, serán un cliché pero son una maravilla.

Empezamos el viaje con un contratiempo. Habíamos sacado pasajes hacia Santorini en el ferry de las 7 de la mañana  de la compañía Seajet (bien temprano para aprovechar todo el día). Para eso nos levantamos a las 4 de la mañana y tomamos el primer subte del día (a las 5.30) hasta Pireus, el puerto/barrio desde donde salía el ferry. Llegamos, encontramos un cafecito abierto para desayunar y nos dispusimos a esperar. Y se hicieron las 6 y las 7, las 8 y las 9, las 10 y... (como en la canción de Sabina) hasta que finalmente, a las 10.30, llegó el famoso ferry. En todo ese tiempo nadie nos dio una explicación ni se acercó a avisar del retraso. Llegamos a dudar de si estábamos en la dársena correcta, si alguna vez vendría el barco, pero como no éramos las únicas no nos sentimos tan tontas. En fin, por suerte llegó y zarpamos, jurando no contratar nunca más esa compañía.
Nuestro mal humor se disipó en cuanto estuvimos en medio del mar increíblemente azul.
Llegamos a eso de las 4 de la tarde y tomamos un taxi hasta Oia donde nos alojaríamos. Santorini es una de las islas Cícladas y estuvo ocupada desde el año 3000 aC por los fenicios. En el año 1500 aC hubo una tremenda explosión del volcán que había en la isla y la actual Santorini es lo que quedó luego de ese evento, porque parte de la isla se hundió dando lugar a una caldera en cuyas laderas se construyeron los pueblos más famosos. La capital es Fira, o Thira, pero nosotros preferimos quedarnos en Oia que está en el extremo norte. De ahí son las imágenes que habitualmente se usan para ilustrar las islas y es ahí donde se ve el que supuestamente es el mejor atardecer del mundo.

En el camino desde el puerto vimos que Santorini hacia la caldera tiene una ladera empinada  pero hacia el otro lado hay terrenos planos con playas y sembrados. El taxi subió serpenteando y después tomó una ruta que va por la cima de la isla y por el lado contrario a la caldera, el menos conocido y glamoroso.


Habíamos reservado el hotel Anemomilos que está sobre la ruta (ya transformada en calle) un poco antes del "centro" de Oia. Nos asignaron un departamento para cuatro personas (el complejo tiene un edificio tipo hotel tradicional donde están además el restaurante y la pileta y también unos departamentos de distintos tamaños), estaba muy bien pero lamentablemente no tenía vista a la caldera y eso nos desilusionó un poco.
Igual dejamos las cosas y partimos primero a comer porque estábamos muertas de hambre.
Hotel Anemomilos, vista desde el apartamento
Entonces vimos lo que millones de personas antes que nosotros vieron en Santorini: casas blancas, cúpulas azules, Santa Ritas en flor y el maravilloso mar Egeo rodeándolo todo. 



Después de recobrar el aliento seguimos caminando y encontramos en el camino un lugarcito muy lindo con buena vista y mejor comida, el restaurante Petros. Comimos muy rico mientras nos deleitábamos mirando el mar.

Luego nos dirigimos hacia el punto panorámico para ver el atardecer que se acercaba. Era gracioso ver como todos los turistas íbamos corriendo para conseguir un buen lugar, era conmovedor ver como un hecho de la naturaleza de lo más ordinario (al fin y al cabo ocurre todos los días indefectiblemente) puede emocionarnos tanto.



No sé si será el mejor atardecer del mundo después de todo, pero ciertamente es maravilloso.



Volvimos a nuestra recorrida por Oia (es muy chiquita así que uno termina pasando siempre por los mismos lugares), tomamos una rica merienda y regresamos al hotel. A la mañana siguiente desayunamos y salimos a pasear con intención de ir a alguna playa.


En el camino decidimos cambiar nuestro hotel por otro que tuviera vista a la caldera y terminamos en Lauda, donde nos dieron apartamento gigante con cocina y terraza al mar. Había que bajar un millón de escalones, era el último de todos, pero gracias a eso era la habitación más grande y más privada. En cuanto dejamos las cosas nos fuimos a la pileta y nos tiramos ahí, simplemente, a mirar el mar y suspirar. Ahhhhhhh
Hotel Lauda. Hasta abajo de todo teníamos que ir!



Al mediodía bajamos a la bahía Amoudi, que está en la punta de Oia a nivel del mar, y comimos en Tis Pandoras un lugarcito encantador con una comida tan deliciosa que todavía la extraño: queso feta frito, berenjenas fritas, croquetas de tomate, pulpo a la parrilla y ensalada con mariscos. Se me hace agua a la boca!!!! Para terminar nos obsequiaron un plato de verdadero yogur griego con gelatina. 
Bahía Amoudi

La comida de Tis Pandoras. Mmmmhhhh
Hubiéramos seguido comiendo pero ya no podíamos más así que nos fuimos a un lugar cerca de ahí donde se suponía que uno podía meterse en el mar. El camino no está preparado para hacerlo fácilmente, hay que andar entre rocas y vegetación, y no hay ni playa ni siquiera un muelle o una escollera, simplemente unas piedras medio peligrosas desde donde se tiran los más audaces. Yo no soy nada audaz así que me metí al agua igual pero reptando lastimosamente por las piedras y raspándome toda (por suerte no hay fotos de eso). El agua estaba divina, fresca pero super transparente y límpido.



Ahí mismo tomamos un lindísimo barco de madera para ir hasta Fira. Hermoso viaje. Nos dejó en el puerto y subimos en el funicular. La ciudad no nos gustó tanto, es parecida a Oia pero más grande, más llena de gente y negocios y menos simpática. Hicimos bien en elegir Oia para quedarnos. Dimos unas vueltas, compramos comida en el supermercado (en Oia los que hay son muy chiquitos) y volvimos en bus. Cuando bajamos nos comimos un gyro riquísimo (como si hubiéramos almorzado poco!).

Desde el funicular en Fira
Fira

Volvimos al hotel, nos dimos un chapuzón nocturno y cenamos en la terraza (queso feta, tomates de Santorini, aceitunas y ensalada de berenjena). Probamos el Ouzo, bebida típica griega a base de anís, pero es horrible. Después nos quedamos mirando las luces de las casitas y la luna casi llena que se reflejaba sobre el mar. Ahhhhhh otra vez.

Dormimos increíblemente bien y desayunamos en nuestra terraza mirando el mar (puedo decir Ahhhhh otra vez más?). Fuimos a la pileta un buen rato y nos preparamos para tomar el ferry que nos llevaría a Mykonos.
Chau Santorini, hasta pronto! Buuuuu :(


+ Info
Como llegar
Santorini tiene aeropuerto pero la mayor parte de la gente va en ferry. Hay distintas compañías como Seajet, Blue Star Ferries y Hellenik Seaways. Los tickets pueden sacarse por internet o en agencias en Atenas. Fuera de temporada no suele haber problema para conseguir pasajes.
Seajet Atenas-Santorini: 53 euros
Alojamiento
Hotel Anemomilos: 100 euros por noche el apartamento para cuatro personas. Su único defecto era la falta de vista hacia la caldera. Tenía desayuno incluído (bueno) aunque el departamento contaba con cocina completa.
Hotel Lauda: 150 euros por noche el apartamento para cuatro personas. Excelente ubicación e inmejorables vistas. El apartamento que nos tocó era enorme porque estaba en la parte baja de la ladera (las habitaciones estaban excavadas en la tierra y cuanto más abajo, más profundas) y era genial pero las habitaciones de más arriba parecían bastante chicas. Igual es genial. No incluía desayuno pero tenía cocina completa. Hermosa pileta.
Al ser temporada baja los precios eran más accesibles y se podía negociar.
Transporte
Taxi desde/hacia el puerto: 25 euros para 4 personas
Funicular desde el puerto hasta Fira: 4 euros
Bus Fira - Oia: 1,60 euros
Comida
Exquisita como en toda Grecia. En las islas hay que comer pescados y mariscos porque son obviamente frescos. En Santorini cultivan unos tomates riquísimos que hay que probar.
Almuerzo Petros 9 euros por persona
Almuerzo Tis Pandoras 17 euros por persona
Merienda (café con torta) 7 euros
Playas
Las playas propiamente dichas están en las zonas bajas de la isla. Las más conocidas son Perisa e Imerovigli. En Oia casi todos los hoteles cuentan con pileta, los más exclusivos tienen piletas individuales por cada habitación. 
Compras
Artesanías en cerámica esmaltada, joyas de oro y plata, ropa,  muñecos del típico burrito de la isla para los niños, aceitunas, aceite de oliva, alcaparras, vinos de la isla, ouzo. 

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