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Diario de París I

La llegada
El vuelo Buenos Aires - Madrid fue muy bueno y aunque salimos con un poco de retraso, llegamos antes de hora. En Barajas pude comprobar la nueva conducta de migraciones y me dio mucho alivio poder decir que solo estaba de paso en el aeropuerto y que no me iba a quedar en España más de dos horas. No pasó nada específico pero tuve la sensación de que podrían haberme negado el ingreso. Espero que sólo haya sido sea sugestión por lo que escucho últimamente pero más tarde escuché a unos empleados decir que ya habían rechazado gente… y no eran más de las 7 de la mañana!
Cuando pasamos por el escaner volví a sentir esta nueva política migratoria porque nos hacían sacar la cartera o mochila, eso es normal, también la campera, el cinturón, los relojes, las monedas y hasta las botas! Hay que recordar andar con medias buenas. Lo bueno fue que al llegar desde Madrid, en París no me preguntaron nada, ni siquiera pasé por migraciones. Habrán pensado que era de la Unión?
El vuelo a París fue muy corto, apenas una hora y media. Cuando iniciamos el descenso al aeropuerto de Orly pude ver la hermosa silueta de la torre Eiffel recortándose sobre el perfil de Paris (sólo perturbada por la espantosa torre Montparnase) y recordé que es increíblemente alta.

París
El camino al hotel fue bastante sencillo: tomé un bus de Air France hasta Montparnasse y desde ahí la línea 13 hasta Place de Clichy. Mi hotel, Citadines Montmartre, queda a sólo tres cuadras de ahí a 50m del Boulevard Montmartre, justo atrás del cementerio (que veo desde mi ventana) y a la vuelta del Moulin Rouge.
Tomar el bus fue bueno porque pude ver un poco del paisaje y si bien las afueras (la banlieu) se parecen a las de cualquier gran ciudad, cuando empecé a ver esos edificios de 5 o 6 pisos, todos parejitos, con flores rojas en los balcones y techos con mansarda, supe que estaba en París.

En este viaje tuve oportunidad de contradecir la idea general de que los franceses son antipáticos. Las puertitas del metro literalmente atraparon mi valija y no la habría podido sacar si dos mujeres no me hubieran ayudado. Lo malo es que la valija quedó bastante maltrecha. Hay que tener cuidado porque esas malditas puertas no dan tiempo a nada y después se cierran como si fueran de una caja fuerte.
Por suerte pude entrar a la habitación enseguida. Es un monoambiente muy lindo con cocina separada, totalmente equipada, un water y el baño con la pileta y la bañera. Todo muy moderno y coqueto. Genial.

Montmartre
Después de descansar un rato salí a caminar por Montmartre sin planos. Era domingo así que estaba lleno de gente tomando el brunch o simplemente un café en esas mesitas divinas, mirando hacia la calle. La misma gente que andaba por ahí me llevó a la Rue des Abbesses, de la que yo ya había leído que está de moda. Es una calle preciosa llena de cafecitos, bistros y negocios con mucha onda. En un restaurante me tomé una soup a l’ognion y disfruté un rato del clima del lugar. Después fui a Sacre Coeur, adonde estuve un rato pero había demasiada gente. Fui también a la Place du Tertre y bajé por una callecita que me llamó la atención y me llevó hasta el viñedo de Montmartre, ni sabía que existía. Todas las calles son divinas, con escaleras, pasajes privados, jardines semi escondidos… Es hermoso.


En el camino comí un crepe porque la sopa estaba rica pero me dejó con hambre. Igual no me pude resistir a una de las tantas boulangeries que hay por acá y compré una baguette y un pain au raisin, que me encanta. Nada más francés, no?
Después pasé por un supermercado para comprar las cosas del desayuno y estuve una hora buscando un queso tipo casancrem para las tostadas. No es tan fácil como parece.

La beca
En los primeros dos días asistimos todos los becarios (120 personas de 50 paises, muchos africanos) a charlas sobre distintas instituciones francesas. Esto tuvo lugar en el teatro de la Alianza Francesa que queda en el Boulevard Raspail, muy cerca de Montparnasse. Es una zona muy linda, llena de negocios y donde hay varias universidades y escuelas de altos estudios. Es bien parisino: un boulevard con edificios de 5 o 6 pisos con mansarda, brasseries y bistros.

Todo muy bien pero a mi se me hacía muy extraño estar en París desde hacía tres días y no haber visto ninguno de sus monumentos más famosos (excepto Sacre Coeur) así que el martes me fui un poquito antes y caminé por el Bvd Raspail hasta el Bvd Saint Germain, de ahí al Sena, desde donde por fin vi la Torre Eiffel con sus luces estrambóticas, y después a la Concorde, La Madelaine y la chocolatería Fauchon que es como el cielo en la tierra, aunque un poco caro, como debe ser el cielo por otro lado.



Hoy hice algo parecido porque entre una reunión y otra visitamos, con mi grupo, el barrio Montorgueil que es un lugar divino con callecitas llenas de negocios, barcitos y restaurantes. Esta muy de moda y realmente es hermoso.
A la tarde, cuando salí de la segunda reunión, quería ir al Louvre pero agarré mal una calle y terminé en el Bvd Haussman que me llevó hasta las galerías Lafayette y la Opera Garnier. En las galerías ya está armada la decoración de navidad que es un poco grasa pero divertida y la cúpula del edificio es tan preciosa que no importa nada. Además se puede subir a la terraza que termina siendo un excelente mirador gratuito con vista a la Opera, la torre y el Grand Palais.



Después rodee la Opera en la que están restaurando la fachada oeste y estaba cerrada no sé porqué. Es muy hermosa pero ultimamente le tomé tanto cariño al Colón que...
Luego tomé la Av. de la Opera para ir hasta el Louvre y otra vez me equivoqué y volví a Montorgueil. Lo bueno es que si uno se pierde igual termina en un barrio divino y siempre hay un metro cerca para volver al hotel. Lo malo es que se pierde tiempo pero eso ahora no me importa.
Como debe ser terminé el paseo tomando una taza de café au lait con un pain au chocolat en "Le pain quotidien", uno de los locales de moda. Très bon!

Comentarios

  1. Paso envidia como gourmand y como viajero.
    Sencilla y evocadora crónica.
    Un abrazo, Laura.

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