La segunda semana empezó con una visita a la Ciudad de la arquitectura y el patrimonio, en el Palais Chaillot, una especie de museo con dos secciones distintas. Una bastante extraña en la que se exhiben calcos, en escala 1:1, de partes de edificios patrimoniales de Francia, como portales de iglesias, esculturas, frontispicios, escaleras, pinturas murales, etc. Estos calcos fueron tomados desde el siglo XIX hasta antes de la segunda guerra y terminaron siendo útiles para realizar restauraciones luego de los daños causados por la guerra u otras causas. Más allá de lo insólito de esta idea, al menos para mí, la exposición es muy atrayente y didáctica.
El otro sector del museo fue mucho más interesante para mí, se localiza en el segundo piso del edificio y está dedicada a la arquitectura desde fines del XIX a la actualidad con maquetas, planos originales, fotografías, films e incluso la reproducción en escala real de un departamento de la Unidad de habitación de Marsella, de Le Corbusier. De una manera muy atractiva se muestra la evolución de la arquitectura en Europa desde la revolución industrial y además hay exposiciones temporales, ahora hay una sobre las nuevas soluciones para la vivienda social.
Es un museo muy poco conocido, incluso en París, pero para los arquitectos, urbanistas o interesados en estas disciplinas, vale la pena, sobre todo el segundo piso. Además tiene una vista espectacular de la torre Eiffel y un café, Café Carlu, muy simpático.
A la tarde partí para Angouleme que queda en la región Charante. Es una ciudad pequeña, al menos la parte histórica, y bastante linda. No tiene nada remarcable pero el día y pico que pasé ahí me sirvió para tomar un respiro de la locura de gente, tráfico y consumismo que es París, ciudad a la que, de todos modos, volví con mucho gusto.
En los días siguientes, además de seguir con el programa, visité el Pabellón del Arsenal, otro lugar interesante que muestra la evolución urbana y arquitectónica de París desde el siglo XVI y más allá de la actualidad porque muestra también los proyectos que se realizarán en los próximos años. Entre ellos me llamó la atención la reforma del Forum des Halles que tendrá una nueva cubierta vidriada y luminosa, un tipo de solución que también cubrirá uno de los patios del Louvre.
En el plano frívolo, una visita al Bon Marché (divino pero carísimo) y a la pastelería de Gerard Mulot donde compré una tortita de chocolate y frambuesas exquisita!
El viernes luego de una reunión a la mañana, le llegó el turno a otro de los museos indispensables de París, el Museo Rodin, del que sólo conocía los jardines. La casa es preciosa y las obras, obviamente, también. Por suerte el día estaba precioso y los jardines brillaban al sol. Ahí encontré un viejo conocido ¡El Pensador! Y también las Puertas del Infierno y los Burgueses de Calais, impresionantes.
Después me crucé hasta Les Invalides para visitar a Napoleón. Allí todo es excesivo pero no deja de ser muy impresionante.
Para ir a la reunión de la tarde volví por las Tullerías que no estaban en su mejor momento porque están haciendo algunos arreglos y estaba nublado. Igual estuve un ratito sentada en una de esas sillitas verdes que hay en los parques de París, disfrutando de la tranquilidad, aunque no del frío y la humedad!
Después de la reunión (ya dije que mis días duran 48 horas acá), fui al Louvre. Los viernes cierra más tarde así que era un buen día para visitarlo. Como no entré por la pirámide sino por un acceso lateral, mucho menos concurrido, empecé la visita sin un plano lo cual es una complicación pero, así y todo, me las arreglé para recorrer todos los sectores y reconozco que le dediqué tiempo sólo a lo que me interesaba realmente. El museo es tan grande y tiene una colección tan impresionante que haría falta sacar el abono anual para poder conocerlo realmente, pero tampoco es que me interese tanto la escultura asiria, por ejemplo.
Sí me gusto mucho ver el Louvre medieval, que está debajo del Louvre que conocemos. Son los cimientos del castillo que había ahí antes de la construcción del edificio actual y de sus sucesivas ampliaciones.
También me gustó conocer los apartamentos de Napoleón porque no los había visto antes. Algunos de los ambientes son sencillamente horribles.
Entre las obras de arte no le escapé a los clásicos, porque por algo lo son, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, Amor y psiqui, La Libertad conduciendo al Pueblo, La coronación de Napoleón, El naufragio de Medusa y la Mona Lisa… Uds. la ven?
Yendo de una obra “famosa” a otra uno pasa por la historia del arte en el mundo desde Egipto hasta Da Vinci, desde la antigüedad griega y romana hasta Rembrandt, desde el renacimiento hasta Delacroix. Es impresionante y, tal vez por eso, abruma.
Antes de dejar el museo me tomé un descanso y un café porque no podía pasar de semejante ensamble de perfección y belleza directamente al Metro, no siempre limpio, de París.
El otro sector del museo fue mucho más interesante para mí, se localiza en el segundo piso del edificio y está dedicada a la arquitectura desde fines del XIX a la actualidad con maquetas, planos originales, fotografías, films e incluso la reproducción en escala real de un departamento de la Unidad de habitación de Marsella, de Le Corbusier. De una manera muy atractiva se muestra la evolución de la arquitectura en Europa desde la revolución industrial y además hay exposiciones temporales, ahora hay una sobre las nuevas soluciones para la vivienda social.
Es un museo muy poco conocido, incluso en París, pero para los arquitectos, urbanistas o interesados en estas disciplinas, vale la pena, sobre todo el segundo piso. Además tiene una vista espectacular de la torre Eiffel y un café, Café Carlu, muy simpático.
A la tarde partí para Angouleme que queda en la región Charante. Es una ciudad pequeña, al menos la parte histórica, y bastante linda. No tiene nada remarcable pero el día y pico que pasé ahí me sirvió para tomar un respiro de la locura de gente, tráfico y consumismo que es París, ciudad a la que, de todos modos, volví con mucho gusto.
En los días siguientes, además de seguir con el programa, visité el Pabellón del Arsenal, otro lugar interesante que muestra la evolución urbana y arquitectónica de París desde el siglo XVI y más allá de la actualidad porque muestra también los proyectos que se realizarán en los próximos años. Entre ellos me llamó la atención la reforma del Forum des Halles que tendrá una nueva cubierta vidriada y luminosa, un tipo de solución que también cubrirá uno de los patios del Louvre.
En el plano frívolo, una visita al Bon Marché (divino pero carísimo) y a la pastelería de Gerard Mulot donde compré una tortita de chocolate y frambuesas exquisita!
El viernes luego de una reunión a la mañana, le llegó el turno a otro de los museos indispensables de París, el Museo Rodin, del que sólo conocía los jardines. La casa es preciosa y las obras, obviamente, también. Por suerte el día estaba precioso y los jardines brillaban al sol. Ahí encontré un viejo conocido ¡El Pensador! Y también las Puertas del Infierno y los Burgueses de Calais, impresionantes.
Después me crucé hasta Les Invalides para visitar a Napoleón. Allí todo es excesivo pero no deja de ser muy impresionante.
Para ir a la reunión de la tarde volví por las Tullerías que no estaban en su mejor momento porque están haciendo algunos arreglos y estaba nublado. Igual estuve un ratito sentada en una de esas sillitas verdes que hay en los parques de París, disfrutando de la tranquilidad, aunque no del frío y la humedad!
Después de la reunión (ya dije que mis días duran 48 horas acá), fui al Louvre. Los viernes cierra más tarde así que era un buen día para visitarlo. Como no entré por la pirámide sino por un acceso lateral, mucho menos concurrido, empecé la visita sin un plano lo cual es una complicación pero, así y todo, me las arreglé para recorrer todos los sectores y reconozco que le dediqué tiempo sólo a lo que me interesaba realmente. El museo es tan grande y tiene una colección tan impresionante que haría falta sacar el abono anual para poder conocerlo realmente, pero tampoco es que me interese tanto la escultura asiria, por ejemplo.
Sí me gusto mucho ver el Louvre medieval, que está debajo del Louvre que conocemos. Son los cimientos del castillo que había ahí antes de la construcción del edificio actual y de sus sucesivas ampliaciones.
También me gustó conocer los apartamentos de Napoleón porque no los había visto antes. Algunos de los ambientes son sencillamente horribles.
Entre las obras de arte no le escapé a los clásicos, porque por algo lo son, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, Amor y psiqui, La Libertad conduciendo al Pueblo, La coronación de Napoleón, El naufragio de Medusa y la Mona Lisa… Uds. la ven?
Yendo de una obra “famosa” a otra uno pasa por la historia del arte en el mundo desde Egipto hasta Da Vinci, desde la antigüedad griega y romana hasta Rembrandt, desde el renacimiento hasta Delacroix. Es impresionante y, tal vez por eso, abruma.
Antes de dejar el museo me tomé un descanso y un café porque no podía pasar de semejante ensamble de perfección y belleza directamente al Metro, no siempre limpio, de París.
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