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Nueva York (o la ciudad a la que siempre quiero volver)

Y sí, es así, Nueva York es una de esas ciudades a las que siempre quiero volver y en agosto de 2017 estaba necesitada de desconexión pero no tenía mucho tiempo así que, gracias a una tarifa razonable de Aerolíneas Argentinas, decidí pasar una semana en Nueva York. Sola además, como conté en otra entrada, y no les puedo explicar cómo lo disfruté.
Fue mi tercera visita a la ciudad y como me suele suceder, cada vez que vuelvo a un destino aprovecho más porque conozco lugares nuevos (y en NY todo el tiempo aparecen lugares nuevos) y voy al ritmo que quiero porque ya no tengo ansiedad por conocer los imprescindibles.
El sol escondiéndose entre los edificios con la silueta del icónico Empire State de fondo. Puro NY.
Así que este viaje lo planee exactamente como quise, me quedé en el Chealsea Hostel que tanto me gusta pero esta vez en habitación privada para estar totalmente a mi gusto y después de 4 noches ahí me fui 2 noches a un hotel muy coqueto cerca de Central Park. Me gustó hacerlo pero la verdad es que el Chelsea es tan cómodo y la ubicación tan espectacular que podría haberme quedado ahí las 6 noches sin problemas.En agosto termina el verano y quedan algunas de las cientos de actividades gratuitas que hay por todos lados, es un momento hermoso para visitar y no me tocó demasiado calor, 28 grados como máximo y sólo un día lluvioso.
Lamentablemente mi escapada empezó mal porque me intoxiqué con la comida del avión (vuelo de Aerolíneas excelente, directo Bs As - NYC en 11 horas, pero la comida era muy mala) y tuve mucho malestar. Por suerte en migraciones ni me miraron porque tenía una pinta horrible. Llegué arrastrándome al hostel y me tiré en un sillón hasta que pude entrar a la habitación. Tenía planeado aprovechar ese día pero no estaba en condiciones por lo que fui al supermercado a comprar algo livianito para comer, pasé a retirar una compra por Best Buy y descansé, cosa que no me venía mal. Aún en ese estado no pude resistir llegar a la zona del Flatiron, que está a unas pocas cuadras del hostel y es una de mis preferidas, para disfrutar un poquito de la ciudad.
Al día siguiente sí arranqué con todo y no paré en toda la semana. Nueva York es una ciudad fantástica y no se agota jamás: está llena de rincones increíbles, algunos mundialmente famosos y otros que sólo conocen los locales, todo el tiempo hay algo nuevo para ver, hay arte, espectáculos, y actividades en todos lados y a toda hora, y en verano la ciudad muestra todo su esplendor en los parques, las plazas y las calles para que nos enamoremos de ella aún más.
Aquí les dejo algunos de los sitios que visité y las experiencias que disfruté. Es un popurrí desordenado pero creo que van a entender. Adelanto que hay mucha arquitectura porque, bueno, de eso están hechas las ciudades y es uno de mis principales motivos para elegir destino.

En mi visita anterior el Oculus de Santiago Calatrava estaba en construcción y sólo pudimos verlo por fuera. Sigo pensando que la ubicación es extraña, está muy encerrado entre edificios, pero el interior es algo fabuloso, es un espacio digno de una catedral que se parece a las entrañas de algún ser extraño con esas costillas que definen el espacio y filtran la luz creando un ambiente irreal.
Las obras de Calatrava son polémicas porque es uno de esos arquitectos enamorados de sus obras que suelen repetir las mismas formas hasta el infinito y también se dice que sus edificios están mal construidos, pero con este me quito el sombrero. Es maravilloso.

Los barrios al sur de la 23 (donde está el Flatiron) se convirtieron en mis preferidos y esta vez en mi paseo por Greenwich Village elegí Bleecker St., una calle hermosa llena de esos edificios ladrilleros con las escaleras de hierro en el frente que vimos en tantas series y películas, y también con la famosa Magnolia Bakery que bien vale una visita.
La primera imagen es del NYC AIDS Memorial diseñado por StudioAI fundado por el Arq. argentino Mateo Paiva.

Un poco más al sur está el famosísimo barrio SOHO (en este viaje aprendí que en nombre viene de South of Houston, porque está al sur de esa avenida) que está lleno de los locales comerciales más exclusivos y originales como el de Prada o el de MAC, pero como mi vista está un poco "deformada" aquí lo destaco con su otra personalidad: Cast Iron District, o barrio del hierro fundido.

El High Line es sin dudas uno de mis paseos favoritos en la ciudad. Tanto que esta vez fui tres veces y la recorrí completa.
Esta antigua vía ferroviaria rehabilitada como paseo público va desde Gansevoort St. en Chelsea hasta la calle 34 y a su alrededor fueron apareciendo, o renaciendo, algunos lugares fabulosos como el Whitney Museum o el Chelsea Market.
Es un verdadero placer recorrerla porque tiene muchos sectores diferentes para disfrutar y siempre hay alguna pieza de arte nueva que la vuelve aún más interesante.

Desde la 20 hacia el norte me sorprendí con la arquitectura, como un espectacular edificio de Zaha Hadid, y aún más con las obras de Hudson Yards que hace dos años estaban en plena construcción y hoy ya están inauguradas.
Es un nuevo complejo de edificios construido en parte sobre las vías férreas de la Penn Station que tiene además una escultura/edificio increíble llamada Vessel.
En esta zona el diseño del higl line parece no estar terminado pero es muy interesante el desvío que toma hasta muy cerca del río. 


Y el High Line es además un gran lugar para tirarse a descansar o parar a comer algo y sobre todo para admirar la ciudad que toma el papel que mejor le queda: el de protagonista principal.

Como me pasó en las visitas anteriores no pude resistirme a pasear una vez más por Battery Park, que me encanta, empezando por el antiguo World Trade Center de César Pelli, que me sigue pareciendo buenísimo, hoy rebautizado como Brookfield Place. Desde ahí seguí al sur y llegué a una zona que no conocía, hasta el Pier A Harbor House.
De ahí hice una visita rápida a Wall Street pero estaba tan llena de turistas y de gente que me metí en la primera estación de metro que encontré para huir de allí.

Una de las zonas más lindas, interesantes y vibrantes de NY es sin dudas Brooklyn. No es novedad pero desde hace unos años no para de crecer y sumar paseos, arquitectura y espacios públicos increíbles.
Empecé mi visita por Brooklyn Highs y el Brooklyn Bridge Park.
Ahí me encontré con la instalación "Descension" de Anish Kapoor, autor de la famosa Cloud Gate de Chicago.

Después pasé un buen rato en el famoso DUMBO que había visitado dos años antes pero que estaba aún más lindo con muchos lugares distintos para jugar o descansar con las mejores vistas de Manhattan.
Por aquí, en la esquina de Water y Washington, se consigue una de las imágenes icónicas de la ciudad. 

Obviamente terminé el día cruzando el Brooklyn Bridge.
Una vez más, pero qué voy a hacer, es una maravilla.
Otros sitios por los que no puedo dejar de pasar son el Rockefeller Center que me fascina por su elegancia, Little Italy que atrae por su ambiente y su comida, Times Square que está cada vez más intransitable pero no deja de ser puro NY, y Bryant Park que me encanta y en donde ese año además pude disfrutar representaciones de shows de Brodway.
Dos días antes de mi regreso me "mudé" a la zona de Columbus Circle y me dediqué a visitar de la 57 al norte.
Y por fin pude visitar el Guggenheim que había estado inaccesible en mis dos visitas anteriores. 
La arquitectura de Frank Lloyd Wright era mi gran atractivo pero las obras exhibidas también eran maravillosas.  


Desde el Guggenheim me fui directo al Metropolitan que había visitado una vez pero quería volver. 

Otra de mis razones para volver al Metropolitan era visitar el bar de la terraza que tiene unas vistas increíbles del skyline de Manhattan. Mi visita coincidió con la instalación del argentino Adrian Villar Rojas.
Con la visita al Metropolitan prácticamente terminó mi visita a NY, por la noche estuve un rato en un recital gratuito de Natalia Lafourcade, una de las tantas actividades que la ciudad ofreció ese verano.
Fue una semana de disfrute total porque aunque no tuve nada de descanso físico, caminé un promedio de 18km por día, pude despejarme completamente y aproveché la ciudad al máximo, haciendo exactamente lo que quise. 
Volveré si está en mis posibilidades porque Nueva York es uno de esos lugares que nunca se agota, que siempre tiene algo nuevo para ofrecer, un sitio nuevo que visitar, un restaurante nuevo para probar, otra terraza que se abrirá al público para seguir admirando la ciudad.  



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Alojamiento
Chelsea Hostel: fabuloso para viajeros solos o grupos que quieren estar en una gran ubicación y no pagar de más. Esta vez elegí habitación privada, con baño compartido, pero también hay habitaciones de 2 y más camas. Incluye el desayuno y está bien (café y jugo sin límites, bagel y una fruta), tiene cocina y un living, lockers para el equipaje, wifi en las habitaciones y reciben envíos.
Hudson New York: pasé dos noches en este hotel porque podía y me pareció divertido pasar un tiempo en un lugar más coqueto y cambiar de zona. Además lo contraté a través de Rocketmiles que es un programa de reserva de hoteles a un precio un poco mayor que en otros sitios pero que permite ganar millas para casi todos los programas de las aerolíneas, en mi caso AAdvantage.
Si es por la zona estuvo bien, está a 100 metros del Central Park, pero sigo prefieriendo Chealsea. El hotel está bien, tiene muy buena decoración y la habitación es chica pero linda. No incluye desayuno pero tiene un café y restaurante de comida rápida, además hay un bar en el rooftop.

Transporte:
Metro sin dudar. Por una semana conviene sacar el pase de 7 días con viajes ilimitados por, en ese momento, 35 dólares.
Desde y hacia el aeropuerto lo mejor para mi es un shuttle, o taxi obviamente, porque el metro llega pero es un viaje bastante largo y a veces hay que hacer combinaciones.
Una cosa a tener en cuenta es que todo el tiempo están arreglando líneas así que es muy habitual que haya estaciones cerradas o líneas que no funcionan determinados días. Hay que estar atentos a los anuncios.

Gastronomía: 
Lo que quieran, como quieran, donde quieran y a la hora que quieran. Pocas ciudades en el mundo deben tener semejante oferta. Yo repetí algunos lugares, como Mighty Quinn's Barbeque que me había encantado, y por supuesto Eataly que es simplemente un paraíso, y probé algunos lugares nuevos.
La primera foto es de un restaurante coreano que se llama Her name is Han, adonde fui con un conocido que vive en NY. No es muy turístico pero si pueden visitenlo, la comida es exquisita, muy sutil.
La segunda foto es de Russ & Daughters Cafe, un restaurante que tiene muy buenas recomendaciones y las merece. El lugar es muy elegante pero a la vez informal, con un aire de los años 30 o 40, y la comida es muy buena.
La tercera es de un típico desayuno americano con pancakes y bacon, que me enloquece, en Route 66 Cafe adonde llegué por recomendación del hotel.

Próxima parada: China!


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